Secretos | parte 1 | 24/08/2018

He recordado algo hoy. No es la primera vez que escribo un diario en línea. Lo hice hace años atrás, cuando tenía 16 años abrí una cuenta de Twitter anónima donde compartía como me sentía con el mundo. Debo decir que el motivo por el cual creé esa cuenta es algo oscuro.

Un día mientras chequeaba mi cuenta principal de Twitter encontré un tweet de una cuenta anónima, el tweet era bastante depresivo y compartía pensamientos suicidas. Yo pasaba en ese momento por un estado de ánimo muy bajo y al nunca tener una forma para desapegarme de todo lo que sentía consideré abrir también una de esas cuentas. Y así lo hice.

A los 16 años uno tiende a ver la vida "en su contra" y al crecer uno nota como a esa edad se exageraba todo. Recuerdo que me quejaba de la forma de ser de mi madre, siempre tan prejuiciosa y mojigata, de mi apariencia, de la forma en que me trataban las personas. Escribía cada vez que tenía un bajón emocional, cuando me autolesionaba, cuando dormir y nunca despertar.

Tengo al rededor de 3 años sin autolesionarme, pero no quiere decir que no piense en ello a veces. Lo que hago es convencerme de que eso no me ayudará a cambiar las cosas.

Comento todo eso porque hoy llegué a pensar que mi vida no ha cambiado tanto como yo pensaba. O mas bien, las personas no cambian tanto como uno así lo cree. Mi madre sigue siendo un problema de discordancia de aquí a saturno. Me cuesta tanto entenderla, y tratar de hacerlo es imposible (ya lo intenté, de varias formas), simplemente me rindo con ello.

Es duro que te corten las alas cuando quieres volar. Cuando sientes que lo que tienes que hacer es necesario para sentirte bien contigo misma y eso es lo que hace. La verdad, no importa cuanto trate de ser yo misma, siempre termino bajándome el telón y apagando las luces.

Pensé en esa niña de 16 años, y que si no lograba hacer lo que quería con su vida terminaría con la soga al cuello.