Esa noche llovía, parecía que el cielo se iba a caer, pero no me importaba quería que me cayera encima, eso era mil veces mejor que el infierno en el que me tocaría vivir. Tenía 5 años cuando mi madre decidió dejarme con mi abuela; una mujer tan ambiciosa que era capaz de venderle su alma al diablo para conseguir dinero, aunque de seguro prefería dar la de su hija.

Mi mamá me dijo que se iría del pueblo para trabajar y darme una mejor vida, mientras tanto mi abuela cuidaría de mi. Pero ella mentía, la verdadera razón era que se iría con un hombre, que no era mi padre. Según mi abuela esta era la 5ta vez que me dejaba a su cargo.

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En mi familia era muy normal que las mujeres hicieran eso, eran patrones de conducta que sin querer rechazaban pero seguían. Todas siempre fueron muy apasionadas y emocionales, pero también eran muy estúpidas cuando de hombres se trataba. Mi mamá no fue la única que dejó a sus hijos y todo lo que tenía por un hombre, la abuela hizo lo mismo unas miles de veces. Otra cosa en común era que sus padres nunca estuvieron en sus vidas, por eso buscaban en los hombres aquel amor paterno que nunca recibieron. Por esta razón no te culpo, mamá, son conductas que repites de manera inconsciente y tu nunca pudiste ir a la escuela así que no te pido mucho.

Mi mamá se acercó para despedirse, pero yo no pude hacerlo.

Lo único que recuerdo de ella en estos momentos es su espalda dejándome, abandoname, a mi; su única hija.
A veces cuando decido abrir mi mente un poco más, recuerdo sus suaves manos tocando mi espalda o cepillando mi cabello... eso es todo, no recuerdo más nada y tampoco quiero hacerlo.

Los primeros días en casa de la abuela eran una maravilla, jugaba en el patio, escuchaba la radio, bailaba y jugaba con las gallinas, pero un día mamá dejó de enviar dinero (Dinero que era para mi educación y comida, pero mi abuela lo usaba para sus vicios y los de su 5to esposo) ese día le dije adiós a mi infancia y todo lo relacionado con ella.

¡Mañana te paras temprano, quiero el desayuno y el almuerzo listo. Tu madre decidió dejarte y además dejar de mandar dinero, así que ahora te vales por ti misma! Desde hoy estás sola, niña.

Nunca había cocinado en mi vida, pero había visto a mi madre hacerlo, así que me tocó hacerlo, por mi propio bien.
Pase 5 años sirviendo de esclava a mi abuela. Las veces que me quedaba dormida, se me quemaba la comida o partía algo limpiando, esos días me castigaban y no era quitándome mis muñecas o no dejarme salir a jugar... nada de eso.
Más que castigos eran torturas dependiendo el animo de la abuela. A veces ponía chapas al revés y me ponía de rodillas bajo el fuerte sol del medio día, solo me dejaba parar cuando veía que mis rodillas sangraban. Varias veces me tenía que cortar yo misma.

Ya tenía 10 así que según mi abuela era el momento de que saliera a trabajar, pero sin dejar mis antiguas labores. Debía pararme a las 2 de la mañana a cocinar, limpiar y dejar todo listo para salir a la calle a pedir dinero y cumplir mi meta diaria, de no ser así venía otro castigo. La abuela calentaba las hornillas de la cocina y me obligaba a sentarme, era increíble pero esa mujer era muy creativa. Lo que hacía era terrible pero me enseñó del verdadero dolor, no de esas estupideces que vivían muchas niñas de mi edad o que pasaban en esas novelas que veía la abuela.

Cuando cumplí 15 años me tocó un nuevo trabajo,no sabía ni leer ni escribir pero si sabía limpiar por eso limpiaba casas, 3 casas por día. Cuando llegaba a casa llegaba cansada, pero aún así tenía labores como lavar los platos y cocinar la cena, casi no dormía, pero solo tenía que aguantar 3 años más y sería libre, a los 18 escaparía.

Una de las casa que limpiaba era de unos profesores Italianos, con ellos aprendí no solo a cocinar comida italiana, me enseñaron a leer y escribir, Aprendí historia, a contar y muchas cosas de cultura general. Estar en esa casa me hacía realmente feliz, era mi pequeño mundo feliz, me pagaban por hacer cosas mínimas y estudiar. Eran lo más cercano que tenía una familia.

Un día llegué, me sirvieron el desayuno y me dijeron

Eli, tenemos que hablar

Mi corazón casi se sale, sabía lo que me dirían

Pronto tenemos que volver a Italia, mi madre está muy enferma, pero quiero que vengas con nosotros.

Quiero que vengas con nosotros fue todo lo que escuché.

Te daremos educación, casa, comida y todo lo que necesites. Tu abuela no tendrá que darte nada. Solo necesitamos que ella acepte dejarnos tu custodia.

Que ella acepte dejarnos tu custodia

Aquí me vi hundida en este pueblo por siempre, pero tenía que intentarlo.

Salí corriendo y llegué a casa de la abuela.

Abuela, abuela ¿dónde estás? necesito contarte algo.

¿Qué quieres niña?¿dónde está mi dinero?- saqué de mi carterita mi paga del día y se lo dí.

¿Que tienes qué decir?

La familia de Italianos para la que trabajo se va.

¿Cómo puede eso alegrarte, niña loca?

Es que me quieren llevar abuelita. ¿Sabes lo que eso significa? tendré educación, podré estudiar y salir de este pueblo, hasta puedo mandarte dinero desde allá. Abuelita es maravilloso

Jamas olvidaré su cara...

Escúchame algo niña, no saldrás de aquí. No harás lo mismo que tu madre, no me dejarás aquí. Hay responsabilidades en esta casa y llegan cada mes, abre los ojos. No te iras a ningún lado y ya no irás más a ese lugar.

No hubo manera de hacerla entrar en razón, me encerró en mi habitación y me mantuvo vigilada hasta que los italianos se fueron. Así fue como jamás salí de ese pueblo, todas mis ilusiones y futuro se fueron en un avión sin mi... Las únicas personas a la que les importaba también me habían abandonado...me sentí derrotada

Los próximos días enferme fuertemente y no podía trabajar. Esos días la abuela cuidó de mi como nunca lo había hecho ¿extraño, no? aún así me curé. Una mañana desperté y tenía mi desayuno servido en la cama junto con una bolsa de regalo

Me alegra verte mejor, te compré algo. vístete y ponte bella que hoy empezamos todos desde 0. Y lo mejor de todo es que no tienes que salir de aquí.

Al abrir la bolsa encuentro un vestido rojo bastante corto y ropa interior. Me lo puse y poco tiempo después entró un hombre a la habitación...

Así entraron y salieron varios por mucho tiempo.

Se preguntaran

¿Por qué no escapar?

Escapar no era mi plan, eso era de cobardes, yo necesitaba venganza. Quería que esa mujer y todos pagaran por lo que me hicieron.

Cada vez que un hombre me tocaba yo cerraba los ojos y me imaginaba en un avión, un avión sin rumbo que me llevaba por el mundo. Mi imaginación era lo único que me quedaba. Pero también cada vez que un hombre entraba le quitaba algo que me ayudaría en mi Plan. Papel, drogas, fósforo, navajas, esposas. Cualquier cosa me ayudaría a salir de ahí.

Una noche fue lo que necesité.

Salí después de trabajar y preparé la cena. Para la abuela era más especial. Preparé sopa y como condimento especial le puse veneno para ratas y drogas, ella y su esposo comieron lo mismo, mientras ambos morían yo disfrutaba mi ultimo plato de comida en ese horrible lugar. Me levanté y los vi a ambos, pero no era suficiente, tomé la navaja y descargué 20 años de abusos y maltratos, tomé las esposas los amarré a ambos, los bañé en gasolina y los prendí en fuego... mientras dejaba la casa con una placentera sonrisa en mi cara

Hoy te escribo desde la cárcel, pero con una sonrisa en la cara.