El hombre de la luna |Un relato más|

in #spanish6 years ago
Ya no sé si casa sea un hogar. Nuestro único amigo "El hombre en la luna" parece tener la solución. Esta noche cerraremos los ojos. ¡Mírenlo, ahí está! sonriendo sumergiéndonos en el sueño perpetuo y diciendo que jamás estaremos solos de nuevo.

¿Conocen mi sueño? es un lugar lleno de niños, donde la infancia perdura en el tiempo y el dolor nunca toca porque la felicidad ya nos asfixia. Eso que sienten ahora, eso que estrangula su pecho, nunca más lo sentirán. Vengan conmigo y les prometo que serán niños felices por siempre.

Yo sentí una brisa y empecé a creer en aquel paraíso prometido. Así empezó mi viaje. De salida pude ver a mis padres, pude verme a mi con Annie en aquella habitación totalmente dormidos sin poder ni querer volver de nuevo.

Ya no eramos felices

6 horas antes.

Está muy mal y no creo que sobreviva la noche. Es momento de despedirse.

Mi hermana de 10 años se encontraba enfrentando quizás la batalla más dura de librar en la tierra. Luchaba contra el cáncer, un pequeño hombre maligno que vivía dentro de su cabeza desde hace años y que estaba empeñado en llevarse a mi Annie.

Increíble que sea tu hermana y no puedas ayudarla. Pequeño egoísta- Son las últimas palabras que recuerdo de mi madre.

Annie necesitaba de nosotros para lograr sobrevivir. Pero principalmente de mi, su hermano gemelo. Durante los primeros años me convertí en el saco de repuestos de Annie y no me molestaba, pero me dolía. Las transfusiones y donaciones solo la ayudaban por poco tiempo. No era mi culpa pero mi madre insistía en hacerme sentir así. Mi padre por otro lado trataba de mantener un equilibrio entre sus emociones, los problemas de la casa y los gastos por la salud de mi hermana. Mi madre está molesta porque ya no puedo ayudar a mi hermana, vivo con prácticamente la mitad de mis órganos, el doctor dice que no sobreviviré a otra operación. ¿por qué no puedes entender madre?

¡Qué noche tan dura!- me dijo mi hermana con poco aliento-.Perdóname. Soy tu hermana y nunca te he protegido de nada... ni de mi. Por eso hoy te propongo una solución a todo. Hoy nos escaparemos, hoy seremos libres, nos iremos con el hombre de la luna. Todas las noches me habla ¿Quieres verlo? solo acércate y deja que te hable. Por las noches cuando todos ustedes duermen y yo lloro del dolor, el baja y me habla de la tierra donde no existe el dolor, ni la maldad, donde lo único que los aterra es la noche porque toca dormir y no pueden jugar los niños que ahí habitan. Quiero estar ahí, quiero correr, quiero respirar aire puro, sentir la brisa acariciando mi cabello y la arena perdiendo su rumbo dentro de mis pies.El hombre de la luna quiere que seamos libres. ven conmigo necesito de tu ayuda.

Así fue como conocí al hombre de la Luna y me dijo todo lo que tenía que hacer para que mi hermana y yo llegáramos a la libertad y viviéramos como debía ser la verdadera vida, sin dolor, sin tristeza sin enfermedades.

Tu madre toma una píldora que la hace feliz por las noches, con ella logra estar lo más cerca de la felicidad, nada en un sueño tan profundo y relajante que logra olvidar. Que magnifico olvidar ¿verdad? por desgracia esto solo dura unas horas, pero con suficientes pildoras, tu, Annie y yo emprenderemos una aventura maravillosa y seremos felices para siempre. Yo te guiaré, solo sigue mi reflejo.

Ciego por mis ganas de ser feliz caminé hasta donde mamá guardaba sus pastillas y las llevé a la habitación de Annie. Le di las suficientes y tomé las mías, la agarré de su mano y nos fuimos con el hombre de la luna.

Después de volar, ver toda la ciudad y pasear por todos nuestros recuerdos, vimos un lugar lleno de niños y de animales.

Es ahí, Annie. ¡llegamos!- Más allá de la ciudad, de las nubes, de la lluvia, de la brisa, de mis sueños, pensamientos, de las estrellas y del cielo se encontraba esa pequeña isla de Felicidad. Volteo y mi mayor sorpresa y alegría fue ver a Annie, caminando, riendo, sin una pizca de dolor en su cara y con las mejillas rosadas... justo como la recordaba.

Lentamente fuimos descendiendo y nuestros pies tocaron la arena más suaves que quizás hayamos tocado. Desde ese día Annie y yo formamos parte del sueño del hombre de la Luna