NOCICEPTOR AFERENTE PRIMARIO
En los nervios periféricos se encuentran los axones de tres clases distintas de neuronas: las neuronas sensoriales aferentes, las neuronas motoras y las neuronas simpáticas posganglionares. Los cuerpos celulares de las neuronas aferentes primarias están situados en los ganglios de las raíces dorsales, a nivel de los agujeros vertebrales. El tronco del axón aferente primario, al bifurcarse, envía una prolongación que penetra en la médula espinal y otra que inerva los tejidos periféricos.
Las neuronas aferentes primarias se clasifican por su diámetro, su grado de mielinización y su velocidad de conducción. Las fibras más gruesas, llamadas Aβ, producen respuestas máximas frente a los roces ligeros (tacto superficial) o ante los estímulos del movimiento; se encuentran principalmente en los nervios que se distribuyen por la piel. En personas normales, la excitación de estas fibras no produce dolor. Hay otras dos clases de fibras aferentes primarias: las fibras Aδ mielínicas y finas, y las fibras amielínicas (fibras C). Estas fibras se encuentran en los nervios de la piel y en las estructuras somáticas y viscerales profundas. Algunos tejidos, como la córnea, sólo poseen fibras aferentes Aδ y C. La mayor parte de las fibras aferentes Aδ y C sólo produce respuestas máximas al aplicar estímulos intensos (dolorosos) y despierta la sensación subjetiva de dolor cuando se las somete a estímulos eléctricos; esto las define como nociceptores aferentes primarios (receptores del dolor).
La capacidad para detectar los estímulos dolorosos desaparece por completo al bloquear los axones Aδ y C. Cada uno de los nociceptores aferentes primarios pueden responder a distintas clases de estímulos nocivos. Por ejemplo, la mayor parte de los nociceptores responde al calor; al frío intenso; a estímulos mecánicos fuertes como un pellizco; cambios del pH, sobre todo un ambiente ácido, y a la aplicación de irritantes químicos, incluidos trifosfato de adenosina (ATP), serotonina, bradicinina e histamina.
Bibliografía: Harrison principios de Medicina Interna, Edición 18, Volumen 1, Parte 2, Sección 1, Cap. 11, Pág. 93