Era una tarde hermosa en las afueras de Jerusalen. Jesús estaba guiando a los 12 discipulos que se convertirían en los apóstoles, se volvió a ellos y les preguntó:

¿Quién dicen la gente que soy?

A lo que los discipulos contestan: Algunos dicen que eres Elias, otros Juan el bautista, incluso algunos afirman que eres uno de los antiguos profetas

y ¿quién creen ustedes que soy?

Pedro, haciendo gala de su valor contesta: Tu eres el Cristo, el hijo del Dios viviente

Jesús se vuelve a él y le dice una de las frases que hasta hoy resuenan en el mundo y en nuestros corazones:

Yo te digo que eres Pedro, y sobre ésta roca, edificaré mi iglesia, y las puertas del hades y del infierno no prevalecerán contra ella.

¿A qué se refería Jesús?, todos los discípulos se preguntaron, pero había algo que les decía que Simón había recibido otro nombre que tenía mucho más signficado y que Jesús, les decía que sobre Él mismo edificaría su iglesia, nos viene a la mente aquel bello salmo que decía, Tu eres la roca de nuestra salvación una frase que le da sentido a esto. Jesús después de decir esto sigue su camino.

Aquí podemos ver dos cosas:

1. Jesús es la roca sobre la cuál se edificaría toda la iglesia.
2. La iglesia padecería oposición, ya que las puertas del infierno se levantarían en contra de ellos.

Esta profecía se hace real, ya que si estudiamos el curso de la iglesia en la historia hasta el día de hoy, vemos a ciencia cierta que ha habido una tremenda oposición a la predicación de las buenas nuevas, el evangelio glorioso de Cristo. Ha habido muertes, persecución, cárcel, tortura, amenazas y mucho más, con tal de callar lo que en nuestras mentes y corazóns sigue firme, Jesús es el camino, la verdad y la vida.

Jesús, vieniendo en forma de siervo, entregó su vida a la edad de 33 años, con una muerte tortuoza, una muerte de cruz. Una muerte que describió Isaías como Su cuerpo ha sido desfigurado, hombre ya no parece, irreconocible ante la gente, una atroz muerte en donde fué encerrado en un cuarto, atado de manos y bendado, siendo golpeado y burlado díciendole ¿profetiza!, quién te golpeó?. La burla, el dolor, era algo que se usaba por los verdugos romanos. Jesús fue golpeado, lacerado y torturado.

No obstante todo esto, se vio en la verguenza de cargar su propia cruz, hasta el lugar del góglota, el lugar donde iba a ser crucificado. Mientras caminaba por las calles de la gran ciudad, la gente que le había seguido, le empezó a escupir y golpear mientras caminaba. Llegó el momento, Jesús fue crucificado. Dicen los estudiosos, que aún siguió con vida durante seis tortuosas horas, hasta que dice esas palabras que finalizaron su vida.

Consumado es

La victoria había sido asegurada y un movimiento poderoso se estaba gestando en el corazón de Dios. El velo fue razgado, camino directo al Padre había sido creado, Jesús el hijo de Dios, había logrado ser el sacrificio perfecto, el hombre que habría de venir, el esperado de las naciones, Cristo Jesús nuestro Señor.

GLoria sea en las alturas, toda gloria y poder sean a Dios, sea su nombre glorificado por siempre, por los siglos de los siglos amén.