Las sociedades compuestas por individuos generan necesidades, que son asumidas y solventadas por los gobernantes; no obstante, para que puedan ser satisfechas en un nivel máximo, es necesario que dichos individuos contribuyan con el Estado a través del pago de los impuestos. De tal manera, que los ciudadanos deben comprender que su calidad de vida aumenta en la medida que sus contribuciones lleguen al gobierno, al menos en teoría así debe ser.
El impuesto constituye un compromiso social asumido por las personas naturales y jurídicas que habitan en un país. Personas y entes que comparten espacios comunes y demandan servicios públicos que solo pueden ser provistos por el Estado, si cuenta con los recursos públicos necesarios para ello. De allí la importancia, de asumir ese compromiso, aunque presente rasgo de obligatoriedad, situación que puede darse solo, si la población ha sido educada con esa mentalidad cooperativa para la sustentabilidad.
En este sentido, una formación integral desde la niñez puede originar una conducta positiva hacia el cumplimiento voluntario de los impuestos, y por ende desarrollar en toda una población una actitud y percepción optimista hacia los mismos; aun cuando quizá la administración tributaria no sea las adecuada o no cumpla con los estándares esperados en la prestación de servicios públicos; como lo son: la salud, educación, vivienda entre otros; en este punto, se podrá entonces afirmar que existe un nivel de cultura tributaria óptimo.
En efecto, La cultura tributaria implica una labor educativa y debe hacer parte del cotidiano vivir, debe estar en la capacidad de preguntar ¿cuál es el papel del ciudadano dentro de la sociedad?, promoviendo valores, símbolos, creaciones, emociones, comportamientos y percepciones orientadas a la contribución tributaria progresista y con equidad. Además, asume el compromiso de educar fiscalmente a la ciudadanía, facilitando el cumplimiento de las responsabilidades del contribuyente y haciéndolo consciente del buen uso de los bienes públicos.
Ya que, toda sociedad está compuesta por individuos; asimismo, el hombre, al vivir en sociedad crea necesidades de orden público, que son reconocidas y respetadas por el Estado, quien regula la conducta de cada integrante, esforzándose por su bienestar integral. Para que los gobernantes estén en posibilidad de dar cumplimiento a los requerimientos señalados, es necesario que los gobernados provean los recursos financieros necesarios al Estado; quien los revierte bajo instrumentación de ordenamientos legales y reglamentarios, aplicables con eficiencia y honestidad.
De hecho, desde épocas remotas, en que surgieron las comunidades, la relación gobernantes-gobernados, se ha llevado a cabo aportando bienes, servicios y recursos financieros a los gobernantes, para que estén en posibilidades de dar cumplimiento a las necesidades comunes de la población. Lo que deja claro que, en cualquier sociedad sobre la tierra, la cooperación de los individuos con el Estado es indispensable, para poder satisfacer sus necesidades, sobre todo las básicas como lo es; la salud, la educación, vialidad, servicios públicos entre otros. A este aporte del individuo del tipo retributivo se le conoce con el nombre de impuesto. Los impuestos cumplen una función social, y hacen posible el disfrute de una nación más desarrollada, próspera y con mejores condiciones de vida, por ser recursos que contribuyen en el financiamiento del gasto público.
En la mayoría de países latinoamericanos ha prevalecido una conducta social adversa al pago de impuestos, manifestándose en actitudes de rechazo, resistencia y evasión, o sea en diversas formas de incumplimiento. Dichas conductas intentan autojustificar, descalificando la gestión de la administración pública por la ineficiencia o falta de transparencia en el manejo de los recursos, así como por la corrupción. Quizá estas cortas líneas sean un espejo para la situación venezolana en materia tributaria.
De tal manera, que el Estado debería asegurar la determinación al pago, recaudación, administración y control de los impuestos recaudados, por parte del contribuyente; utilizando bien sea su poder restringido contenido en las leyes o apelando a la razón, que podría manifestarse, a través de una cultura tributaria con bases sólidas.
En este sentido, la cultura tributaria involucra una percepción, actitud y disposición positiva ante el pago de los impuestos, como compromiso social, incluyendo la forma en que construyen una imagen de los impuestos a partir de una combinación de información y experiencias sobre la acción y el desempeño del Estado, es decir, la cultura tributaria debería estar acompañada de confianza hacia el sistema de administración tributaria.
Como venezolano, no puedo negar que si existe la voluntad, expresada por la mayoría de los hogares, de pagar más impuestos en la medida en que mejore la calidad de los servicios públicos, como: salud, educación, seguridad y haya menos corrupción y más control de la evasión. Más aun en esta crisis económica en la que se encuentra estacionada nuestro país Venezuela.
Debido a esto, es preciso que el sistema de administración tributaria, no solo asegure la recaudación fiscal para la cual está facultada, sino que también cubra las necesidades comunes de los ciudadanos a través de una buena ejecución del gasto, siendo esta la lógica de una percepción adecuada de los impuestos.
No obstante, la cultura tributaria involucra una adecuada disposición del contribuyente a pagar los impuestos, sin que ese compromiso se vea afectado por la adecuada o inadecuada administración, aun cuando lo que se espera es que sus necesidades sean cubiertas.
A tal efecto, el Estado venezolano ha comprendido su responsabilidad con relación al desarrollo de la cultura tributaria del contribuyente. Para ello constituyó un ente desconcentrado con autonomía funcional y financiera, organizado como una entidad de carácter técnico denominado Superintendencia Nacional Integrada de Administración Tributaria (SENIAT), hoy Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria; que tiene , en teoría, como objetivo principal recaudar, con niveles óptimos el tributo nacional a través de un sistema integral de administración tributaria moderno, eficiente, equitativo y confiable, bajos los principios de la legalidad y respeto al contribuyente.
Para finalizar amigos de steemit, solo nos resta hacernos una pregunta: ¿se ha logrado o se logrará el objetivo planteado por este ente (SENIAT)?.....
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