Un sueño

Tres olas lentas y gigantes se acercan al segundo piso del edificio. En su laboratorio Marcela observa la evolución de unas bacterias dentro del tiempo extendido de la mente concentrada y abstraída por completo. Unas estudiantes, en el pasillo que rodea al laboratorio buscan información sobre el verbo to be en Internet. Sentadas en el suelo, con el desparpajo y la ausencia de convenciones de la edad, miran la pantalla de la computadora portátil mientras un regatón suena machaconamente desde un teléfono. La universidad, a media mañana es un bullicio constante, voces que ascienden desde la plazoleta, seres que van y vienen con alguna tarea, con alguna intención. Carlos baja velozmente las escaleras desde su oficina, que está en el tercer piso, hasta el departamento, ubicado en el primero, evitando tropezar a los estudiantes que se sientan a conversar en los pasillos, en las escaleras. En el aire flota la (no lo saben) absurda, increíble cotidianidad, que parece hablar con sus aceitados engranajes, de una seguridad, de una estabilidad, de un tiempo infinito. Tres olas lentas, gigantes, ya tocan con sus lenguas de agua, el segundo piso del edificio.