Me gustan particularmente los días en los que se puede vivir sin tiempo. Te despiertas cuando quieres y vas haciendo las rutinas cotidianas sin prisas, sin presiones, a la deriva de los deseos, como una barca llevada por las aguas de un río tranquilo.
Esta reflexión acorde con los ritmos de un día domingo, me hace pensar en un poema de Octavio Paz que se lee casi como una oración, por el modo cercano pero a la vez sagrado con el que nos habla de "La vida sencilla":
La vida sencilla
Llamar al pan el pan y que aparezca
sobre el mantel el pan de cada día;
darle al sudor lo suyo y darle al sueño
y al breve paraíso y al infierno
y al cuerpo y al minuto lo que pide;
reír como el mar ríe,
sin que la risa suene a vidrios rotos;
beber y en la embriaguez asir la vida;
bailar el baile sin perder el paso;
tocar la mano de un desconocido
en un día de piedra y agonía
y que esa mano tenga la firmeza
que no tuvo la mano del amigo;
probar la soledad sin que el vinagre
haga torcer mi boca, ni repita
mis muecas el espejo, ni el silencio
se erice con los dientes que rechinan:
estas cuatro paredes -papel, yeso,
alfombra rala y foco amarillento-
no son aún el prometido infierno;
que no me duela más aquel deseo,
helado por el miedo, llaga fría,
quemadura de labios no besados:
el agua clara nunca se detiene
y hay frutas que se caen de maduras;
saber partir el pan y repartirlo,
el pan de una verdad común a todos,
verdad de pan que a todos nos sustenta,
por cuya levadura soy un hombre,
un semejante entre mis semejantes;
pelear por la vida de los vivos,
dar la vida a los vivos, a la vida,
y enterrar a los muertos y olvidarlos
como la tierra los olvida: en frutos...
Y que a la hora de mi muerte logre
morir como los hombres y me alcance
el perdón y la vida perdurable
del polvo, de los frutos y del polvo.
Desde sus primeras líneas me encanta ese tono como de invocación mágica, gracias a la cual con sólo desearlo aparece sobre el mantel el pan de cada día, pero el poema también nos habla de dar a cada día y a cada momento de la vida lo que pide, si es alegría, darnos con alegría plena, si es dolor, apurar esa pena hasta el final pero sin amargarnos, la vida se plantea en el texto como un movimiento que no cesa, "el agua clara nunca se detiene" en el que viajamos todos, siempre pasajeros, siempre momentáneos, los versos nos impelen a "pelear por la vida de los vivos, dar la vida a los vivos, a la vida", a vivir cada momento y que cuando llegue la muerte nos encuentre la eternidad del polvo.
Para mí este poema de Octavio Paz es siempre una celebración de la vida, un canto a nuestro paso por la tierra, una oración por esa vida plena y verdadera que a veces cuesta tanto alcanzar.
Y qué mejor símbolo de esa vida que pasa por la tierra un instante, para después desvanecerse, que el de la flor, como esta bella rosa que fotografié un día mientras paseaba.
Bellísimo poema. Aunque me da mucha pena olvidar a los muertos.... La verdadera muerte es el olvido. Un abrazo 😊
Me alegra que te haya gustado el poema, concuerdo contigo, a nuestro muertos amados no es posible olvidarlos, pero que la tierra los olvide convirtiéndolos en frutos, pues tampoco me parece una mala idea, abrazos.
Un hermoso poema de Octavio Paz, la sencillez evoca el placer de vivir. Muy lindo tu post.
Saludos.
Me alegra que te haya gustado, muchos saludos.
Ver la vida en su estado que es transitorio. Saber que se esta de paso, puede hacer que uno viva realmente cada instante, reír cuando le provoca e igual llorar, es vivir con espontaneidad, y pasión.
Es un hermoso poema y muy buena la reflexión que haces acerca del mismo, de verdad parece una oración.
Bella flor.
Un abrazo :-)
Hola amiga, si, la poesía muchas veces nos recuerda cosas que en el vivir día a día se nos pueden olvidar, me alegra que te haya gustado el poema y la flor de la foto, muchos abrazos.
Wow te gusto tanto el poema que decidiste compartirnosla con nosotros jeje. Esta genial todo amigo. n.n
Así es, gracias por leerme, saludos.