Como ocurre hoy en día, Ritter reconocía explícitamente el concepto del “análisis espacial”, pero, entonces como ahora, por tal “espacio” subjetivistamente entendía las “relaciones naturaleza-sociedad”. Y de igual manera como hoy se habla de la geografía fenomenista como “ciencia” por decreto, sin fundamento alguno, así se establece también que Ritter es un fundador de la “geografía como ciencia moderna”. Pero el asunto aquí, es entender un doble problema: 1) qué es la ciencia entendida en su sentido original dado en la época de modernidad renacentista y de la ilustración (Copérnico, Galileo, Kepler, Bacon, Descartes, Newton); y, 2) qué se entiende por “modernidad”.
Los teóricos de la geografía fenomenista tienen qué aclarar si por “geografía moderna” ésta se refiere a “la moda actual”, o si por ello responde a los criterios de la ciencia de la modernidad de la Ilustración acerca del conocimiento de la verdad: la objetividad (cuando en esencia es subjetivista); la causalidad (y de que ésta no sea objeto de investigación por alguna otra ciencia especial); la investigación lógica hipotético-deductiva (cuando en la geografía fenomenista jamás se ha hablado de una sóla hipotesis); los procedimientos experimentales o de comprobación en la práctica histórico-social (cuando esta es un “geografía” sin fundamentos teóricos que le exijan esa corroboración); y, finalmente, que haga predicción científica (imposible al carecer de todo lo anterior). Tienen que mostrar, a su vez, los procedimientos analítico-sintéticos y sus protocolos de comprobación; y más aún, tiene que mostrar con suficiencia lógica, los fundamentos de la formalización teórica de la teoría geográfica: sus postulados, sus principios, sus categorías fundamentales, sus leyes y teorías (cuando el único documento con tal contenido es el que nosotros elaboramos en nuestra tesis de grado entre 1979 y 1981, luego plagiado y distorsionado, para darle contenido a la materia de geografía en la reforma en educación básica de 1994)[1].
Y en realidad, por cuanto a qué se entiende por “modernidad”, los teóricos de la geografía fenomenista no se refieren con ello a la época de la “modernidad renacentista y de la Ilustración” en donde se origina realmente lo que se denomina como la ciencia moderna; sino que, por “modernidad”, están entendiendo simplemente “lo actual”, en el sentido de “lo contemporáneo”. Así, toda esa geografía fenomenista que responde a los intereses de las clases retrógradas, ha sido desde siempre un embuste en contra de la verdadera ciencia de la geografía. Un claro ejemplo de ello lo es ese siglo XIX en México, en el que, cuando los liberales estaban en el poder político del país, en el Colegio de Minería, que era la principal institución de educación, se impartían los cursos de Cosmografía, Cartografía y Geografía; y cuando los conservadores tomaban dicho poder, esos estudios se eliminaban del programa y suplían por cursos propios a los naturalistas en general. Y así fue, en ese vaiven, hasta la Restauración de la República en 1867 tras la intervención francesa. Entonces, dialécticamente, erradicada la burguesía conservadora de sueños monárquicos, la burguesía liberal hasta entonces progresista, se convirtió en su contrario y pasó a ser la nueva clase conservadora frente a los intereses progresistas más avanzados de la nueva clase social naciente en México: el proletariado, que comenzaba sus luchas bajo la dirección de los anarquistas y un movimiento comunista muy pequeño aún, pero que culminaría en la Revolución Democrática Social de 1910-1920.
Para la geografía espacista (la verdadera y única geografía en realidad), hasta el siglo XVI, el problema esencial era la forma, las magnitudes y estructura de la superficie terrestre, escenificado en trabajos como los de Abraham Ortelio (1527-1598), que en 1570 elabora el primer Atlas: “Tehatrum Orbis Terrarum”; del mismo Gerardo Mercator (1512-1594), que 1578 produce su propio Atlas que publica en 1595, titulado ”Atlas, o Meditaciones Cosmográficas…”; o de Henrico Hondio (1597-1651), cartógrafo, grabador y editor del Atlas de Mercator de 1595; en ellos estarían los verdaderos ”fundadores de la geografía como ciencia moderna”, tanto en su sentido de “ciencia de la modernidad ilustrada”, como de “ciencia actual” (por lo menos, que debiera ser).
Pero para mediados del siguiente siglo, el siglo XVII, la preocupación central pasó de la forma, al contenido mismo de las extensas tierras de la superficie terrestre, y con ello se originó ese difícil problema de los fenómenos, objeto de estudio de sus ciencias especiales, y su tratamiento en geografía; como de manera compleja aparece en el caso de Keckermann-Varen[2], siendo éste el que a mediados del siglo publica el trabajo: ”Geografía General en que se Explican las Afecciones Generales de la Tierra”, trabajo en el que, por una parte, se refiere a la geografía como una “matemática mixta”, o “matemática aplicada” como hoy la denominaríamos, y, al mismo tiempo, por otra parte, en ese título del trabajo creemos que el concepto de “affectiones”, en latín, usado por Varen cuya formación de origen era la medicina, que, aún refiriéndose con ello a las “condiciones” o “propiedades” como se ha traducido el concepto, se alude como condiciones o propiedades a la “explicación” o causalidad de las “relaciones”, por las cuales causalmente unos fenómenos se ven afectados por otros. Y si como “matemática aplicada” la geografía es una ciencia del espacio, como “explicación de las afecciones” de la Tierra, parecería dar el fundamento de origen de la geografía fenomenista; mismo que, por lo menos, justificó la geografía de la mayor parte del siglo XIX; no obstante, esa “explicación de las afecciones dadas en una matemática aplicada”, adquirió, dado por nosotros, la forma del fundamento más esencial, dialéctico materialista, hacia fines del siglo XX.
[1]Pillería realizada por el profesor normalista Javier Castañeda Rincón (con quien compartimos la cátedra en la Universidad Autónoma de Chapingo a principios de los años ochenta, y a quien obsequiamos un ejemplar de nuestra tesis elaborada justo en ese entonces), el cual, luego premiado por ello con el “Doctorado en Geografía”, indujo a las autoras del texto de Geografía para la enseñanza secundaria, Juana Laura Vega Carmona y María Catalina Josefina González Pérez. Esa fue toda su obra, jamás dieron continuidad al desarrollo consecuente de la geografía con esos fundamentos, simplemente porque no eran suyos, y se ganaron su lugar en la historia, muy a la mexicana, como “transas”. Pero esa es la naturaleza de esa “geografía oficial institucional”. [2]Que en justicia mencionamos en dupla, ante el hecho referido por el investigador español Horacio Capel en el estudio preliminar al trabajo en cuestión, de que, al parecer, el mismo, a decir de Capel, es un plagio de Varen a Keckermann (1622-1650)
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Mención Especial. Resulta que se me otorgó (gracias), y el premio fue una transferencia de 1 steem y 1 entroken; pero no tengo la menor idea de si esto se hace en automático o tengo que hacer algo para autorizarlo o aceptarlo (por ahí vi que había una vigencia y creo que la necesidad de autorizarlo o algo así). El mejor premio y el mejor de los agradecimientos, será que me pudieran explicar. Saludos.