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Dos científicos norteamericanos fabricaron un dispositivo para averiguar qué pasaba en el organismo humano, cuanto la persona estaba muriendo. Este dispositivo semejante a un reloj, constaba de dos agujas, que se necesitaba una emisora de cincuenta mil vatios para moverlas.
Estos científicos con su mecanismo en mano, llegaron a un hospital, donde de inmediato pusieron en marcha su experimento. Luego de las consabidas gestiones para hacer su experimento, hallaron una mujer muy enferma, que estaba a punto de morir. Así que instalaron un electrodo en la cabeza de la mujer y este al dispositivo. Ubicaron el aparato en el cuarto contiguo y esperaron pacientemente lo que iba a suceder. A las tres o cuatro horas de estar observando, la aguja de esta especie de reloj, empezó a moverse hacia el positivo y fue que la mujer sintiéndose muy mal, comenzó a orar. La aguja marcaba cien doscientos, trescientos, cuatrocientos, quinientos y como no podía avanzar más, rebotaba.
Queriendo saber más acerca del poder de la palabra y de las emociones con que se expresen, los científicos, instalaron su equipo, en una persona con trastornos psicológicos. Contrataron a una muchacha, para que lo excitara sexualmente y después, se apartara de él. Así lo hizo; de inmediato, este hombre comenzó a maldecir y ante los atónitos científicos la aguja del dispositivo, comenzó a girar hacia el negativo.
Lo que quiere decir que cuando estamos orando estamos enviando energía muy poderosa al universo, con las que podemos hacer que todos nuestros buenos deseos se hagan realidad, Pero que si usamos mal el verbo, podemos atraer fuerzas negativas a nuestras vidas.
Muy interesante!