Soltero y con unos cuantos años ya, Julio era un hombre al que el amor no le había sonreído, ya eran 53 años y se le veía caminar por la calle con una apariencia desaliñada, una mirada paciente y una postura triste y desolada.
Julio trabajaba mucho y cuando llegaba la hora de cobrar era cuando el amor empezaba a sonar a su ritmo. El hombre con plata en mano se dirige directo a donde Magdalena, un mujer madurita de treinta y tantos años, de cuerpo definido, atributos que provocan a cualquiera y una sensualidad que ponía a cualquier hombre a sus pies.
Esta mujer al ver a Julio se enloquecía gritando a la distancia
—Hay viene mi papi, mi amorcito, mi vida.— dice ella aparentando una descarada alegria
El inocente hombre se emocionaba ya sabia que por fin tendría un noche de amor.
Magdalena se encargaba de que Julio sintiera mariposas en el estómago, una gran compañía y una noche de sexo eran los pasos a seguir, Julio contentó con su amada amante de quincena se toma su cerveza y disfruta de la compañia.
Corazones por todos lados y Julio feliz con el amor
—ay qué rico se siente
Pensaba Julio en cada encuentro con Magdalena.
Pero todo tiene un fin, a Julio se le había acabado la plata y Magdalena lo notaba, el amor esa mujer duraba lo que él tardaba en gastar la plata.
Julio se derrochaba toda su quincena en un día con la hermosa Magdalena, luego vivía como perro sin importar lo que dice la gente.
Compraba una vez cada quince días el amor que en 53 años nunca había encontrado, así vive el amor el solitario Julio con su amor de quincena Magdalena.