Pensemos en Descartes en la Francia del siglo XVII cuando dijo "Cogito ergo sum", ese famoso "Pienso luego existo", qué más exactamente pudiera traducirse como "Pienso, por lo tanto soy". Ese por lo tanto de su sentencia es la parte más interesante. Él no dice "pienso y existo", ni siquiera dice "como soy, entonces pienso". Para Descartes la actividad racional (pensar) no se derivaba de la existencia; todo lo contrario. "Existo porque pienso"; es decir, pensar es la base de nuestra existencia. La pregunta que me hago ahora es: Si no pienso, entonces ¿existo?.
Hagamos un ejercicio imaginativo, no carente de realidad. Demos un vistazo al mundo de hoy. La humanidad ha logrado avances tecnológicos sin precedentes y algunos totalmente inimaginables hace décadas, no digamos siglos. Leonardo Da Vinci, hombre avanzado para su tiempo, dejó los principios del helicóptero y un sin fin de avances que se concretaron siglos después. Julio Verne, en sus ficciones, contó una proeza que parecía mera fantasía y que en el siglo XX logró realizarse: la llegada del hombre a la luna.
En la actualidad, cualquier cálculo, por simple que sea, es confiado a nuestro teléfono (o una calculadora); cualquier ejercicio de memoria es una pérdida de tiempo, porque Google puede sacarnos de la duda en cualquier momento, y si se trata de una memoria personal, seguramente contará con una foto, una nota, un chat, alguna "prueba", todo debidamente archivado en nuestro teléfono. Y si lo tenemos allí siempre, al alcance de la mano, ¿para qué memorizarlo? Y hay algo aún más grave: cualquier conocimiento que queramos conservar, será virtualmente archivado en una imagen, un pdf, una nota, etc., entonces ¿para qué leer Don Quijote de la Mancha para clases, si en internet puedo conseguir un resumen de sus argumentos? ¿para qué leer una novela si ya existe la película? ¿para qué perder tiempo "pensando tonterías" si puedo aprovechar el tiempo jugando en la PlayStation?
El raciocinio nos llevó a la ciencia que produjo esta tecnología, pero que ahora es usada para aumentar nuestra comodidad e irónicamente, nos está alejando de ese raciocinio que la originó. ¡Estamos dejando de pensar! Nuestros problemas cognitivos se los delegamos a nuestros equipos: laptops, smartphones, computadores, allí están todas las respuestas. La humanidad nunca ha tenido mayor volumen de conocimiento ni mayor grado de ignorancia. En su gran mayoría, los programas de TV, las producciones cinematográficas, la música, los video juegos, todo lo que nos rodea, tiene un sólo objetivo: divertirnos. El entretenimiento se ha convertido en norma, en obligación, más que en un derecho o un complemento. En un mundo caótico, desordenado, problemático, la gente ha decidido evadir la realidad a través de la cultura de la diversión y ha elegido sólo pasarla bien.
No estoy diciendo que esté mal pasarla bien, por supuesto que no. Lo perjudicial es dedicarse enteramente a aquello que debería ser sólo una parte de nuestras vidas.¿Qué hacemos en nuestro tiempo libre? ir a un partido de fútbol, ver TV, revisar las redes sociales, leer portales o revistas de farándula... pero ¿cuántos leemos libros? y de esos pocos ¿qué es lo que leemos? y ¿cuántos de nosotros nos tomamos tiempo para pensar? Pensar se ha convertido en un lujo, en una actividad exclusiva de los científicos o de la gente inteligente, por allá en la NASA. La mayor parte de la sociedad sólo quiere sentirse cómoda, a gusto, y pensar, incomoda ¿por qué? porque los cuestionamientos filosóficos no tienen una única respuesta que puedas confirmar en Google.
¿Qué ocurre cuando morimos? ¿qué es la verdad? ¿cuáles son los límites de la tolerancia, de la libertad? ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos? y esta: ¿cuál es el sentido de la vida? son preguntas que no tienen respuestas concretas o simples, pero cuyo planteamiento y análisis nos permiten conocernos a nosotros mismos y "Cuando uno consigue conocerse a sí mismo, es capaz de comprender a los demás y la realidad que lo rodea" según una frase atribuida a Alejandro Magno.
La filosofía sigue siendo un área completamente humana, porque aunque ya se ha construido la primera robot del mundo con ciudadanía reconocida y pasaporte, llamada Sophia y qu es capaz de reconocer rostros, contar chistes y mantener una conversación, nadie puede pensar por otro. Ni Google, ni Siri, ni Sophia pueden pensar por nosotros. El uso de la razón aún es una prerrogativa humana de la cual deberíamos hacer uso. Vivimos en una época en la cual pareciera ser cierto que “cuánto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos” (palabras de Mario Vargas Llosa). Estas herramientas tecnológicas que nos simplifican la vida, haciéndola más cómoda, más divertida, también están simplificando nuestras mentes, convirtiéndonos en esclavos autómatas bajo el mando de nuestra propia creación. Volviendo a la escena de Descartes en el centro comercial, después de haber visto todo esto que hacemos, de haber presenciado nuestra esclavitud bajo el dominio de los señores smartphones y haber sido testigo anacrónico de que no estamos ejercitando nuestro raciocinio, de que no estamos pensando, ¿qué creen que haría con el teléfono que le entregamos? Si nos acercamos a hacerle esta pregunta: Monsieur Descartes, si no pensamos, ¿existimos? ¿qué creen que respondería? y aún más importante ¿qué pensamos de nosotros mismos?
La verdad es que la sociedad mundial actual está configurada de manera tal que el solo acto de pensar es, como tú has dicho, un lujo, cuando no una temeridad, un crimen o una suerte de milagro.
Creo que la vida cotidiana del ciudadano promedio del mundo es semejante al día a día de los plebeyos del imperio romano, donde estos pasaban la mayor parte del tiempo en fatigosos y miserables trabajos y, el poco rato libre que tenían, el gobierno se encargaba de llenarlo con espectáculos de gladiadores, con galones de cerveza barata o con cualquier entretenimiento que les impidiera pensar, juzgar críticamente su realidad.
Actualmente, sucede algo parecido. Mucha gente pasa la mayor parte de su tiempo laborando. Especialmente, las personas de ingresos bajos. Después de trabajar, digamos, doce horas diarias seis días a la semana, ¿con qué tiempo van a preguntarse qué es la verdad o cuál es el origen del conocimiento? Solo quieren descansar un poco, distraerse, evadirse... Aquí entra, entonces, ese monstruo que es la industria del entretenimiento. Ni los romanos hubieran soñado con algo semejante. Y, en fin, del remanente que piensa (mucho o poco, bien o más o menos bien), los que procuran generar algún cambio o aporte de índole social, político o económico, que aborde las raíces mismas de las estructuras del poder, suelen ser perseguidos, censurados, asesinados. Por eso creo que pensar se ha vuelto un gesto heroico del ser humano. Que hayas escrito un artículo como este, en cierto modo, es un atrevimiento. Y también soy atrevido yo al comentarlo. Pero siempre habrá alguien que piense. ¿Qué le hacemos?
Un saludo.
Así es. El entretenimiento actual viene a ser la evolución monstruosa de aquel "Panem et circenses" romano. Hay que invitar a la gente a pensar. Gracias por leerme y comentar.