“Yo soy la luz del mundo”. Jesús (Juan 8:12) “Como hombres, tenemos a Dios por nuestro rey, y estamos bajo la ley de la razón. Como cristianos, tenemos a Jesús el mesías por nuestro rey, y estamos bajo la ley revelada por él en el evangelio”. John Locke. La Razonabilidad del Cristianismo.
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Cuando analizamos las bases sobre las que se ha construido nuestra civilización, el “mundo occidental”, o “mundo libre”, tenemos que hablar del antiguo Egipto, de la mitología clásica grecorromana, y de las religiones judía y cristiana.
Alrededor del pensamiento de un individuo creyente, es imposible construir una moral objetiva sin la existencia de Dios, ya que si el bien y el mal no provienen de un ser superior al humano, todas las normas éticas y sistemas de valores morales quedan reducidas a meras opiniones personales, llegando a la relatividad moral, donde todas las opiniones tienen la misma verdad, y todo es subjetivo. Sabiendo esto entonces, ¿cuál es el sistema de valores morales que estableció el Cristianismo? Y: ¿Qué resultados ha dado?
Más allá de que la historia de occidente es conocida y la respuesta a esta pregunta resulta obvia, parece necesario recordar estas cuestiones a los semejantes occidentales que no se sienten privilegiados, ni valoran al Cristianismo como una innovación maravillosa que trajo un progreso humano incomparable, y un sistema de valores que transformó sustancialmente a los pueblos acostumbrados a vivir en un mundo de tiranía, anarquía, guerras, destrucción, traiciones, asesinatos, violaciones, y sin ningún tipo de valoración por los débiles y pobres.
Es cierto que se realizaron abusos en nombre de Dios. Pero si bien inicialmente se produjeron grandes matanzas en nombre de Dios, y durante algún tiempo una corrupta Iglesia Católica se atribuyó el monopolio del acceso a Dios, el avance posterior logrado en Occidente en apenas un par de siglos, es el más importante y dramático de la historia humana.
Es en Occidente donde ocurrió el desarrollo de la filosofía, donde se dieron los debates sobre la libertad humana y los derechos de las personas, donde se desarrollaron las ideas liberales que condujeron a las revoluciones contra el absolutismo y el despotismo. Es en Occidente donde se emitió la Carta Magna, donde se universalizaron los Derechos Humanos tras las Revolución Francesa, y donde se establecieron las libertades humanas como verdades absolutas tras la Revolución Americana. En Occidente tuvieron lugar el Iluminismo, la Ilustración, el Romanticismo, y se cultivaron el arte y la ciencia, alcanzando un grado de desarrollo artístico e intelectual sin igual.
Es en Occidente donde se emancipó a las mujeres y se les reconocieron derechos políticos, y fueron los países cristianos los primeros en abolir la esclavitud, una institución que existía en absolutamente todas las sociedades del mundo.
Se podría argumentar que no fue el Cristianismo lo que provocó todo eso, sino que es una mera casualidad que se haya dado en Occidente. Quizás todo este desarrollo intelectual y científico no se dio gracias al Cristianismo, sino a pesar de él.
¿Será entonces una mera coincidencia que los más grandes filósofos del liberalismo (John Locke, Juan B. Alberdi, etc.) eran no sólo creyentes en Dios, sino fervientes practicantes y seguidores de las enseñanzas morales del Cristianismo?
Recordemos que hasta el propio Nietszche, férreo filósofo anticristiano y máximo exponente del relativismo moral, reconoce que fue el Cristianismo el que contribuyo en todo ese progreso a la humanidad. Nietszche al proponer el modelo de “superhombre” (hombre desprovisto de la moral cristiana, que superó a la religión), no niega los logros del Cristianismo, sino que considera que ya no es necesaria la Iglesia como institución de progreso humano, y que el hombre ya está capacitado para continuar en el camino del desarrollo sin la religión.
“¿Le corresponde todavía hoy a la Iglesia, en ese aspecto, una tarea necesaria? […] La Iglesia se ha convertido poco a poco en algo grosero y tosco, que repugna a una inteligencia delicada, a ese gusto, particularmente moderno. ¿No debería al menos, tratar de moderarse un poco? Hoy más que seducir o atraer, aleja. ¿Quién de nosotros sería librepensador si no existiera la Iglesia? La Iglesia es la que nos repugna, no su veneno.”
Vemos que incluso un filósofo anticristiano como Nietszche le reconoce al Cristianismo el estado actual de la humanidad, pero propone desprenderse de él, sosteniendo (paradójicamente) que así el hombre será más libre. A partir de aquí muchos intelectuales aseveran que en Occidente ya se puede prescindir del sistema de valores morales del Cristianismo, por cuanto el hombre occidental ha alcanzado el más elevado nivel de desarrollo intelectual.
Sin embargo, sabemos muy bien lo que ha sucedido cuando una sociedad se apartó de esos valores. Los regímenes totalitarios (Nazismo) y extrema izquierda (Comunismo), al alejarse de la moral judeocristiana, pasaron a carecer de normas objetivas sobre el bien y el mal, y por lo tanto, terminaron en la matanza de decenas de millones de seres humanos. Trajeron miseria, guerras, y genocidios.
No es casualidad que los principales grupos asesinados por el Nazismo construido sobre las ideas de Nietszche (el filósofo favorito de los nazis) hayan sido los judíos (y los católicos en menor medida, entre otras minorías); y que el Comunismo construido sobre las bases de Marx (pensador anticristiano también) haya perseguido enfáticamente a los judíos y a los cristianos ortodoxos. Por algo los regímenes totalitarios atacaron a los grupos que más defendían esos valores.
La historia empírica nos dice que cuando la sociedad occidental se aparta de los valores cristianos, por más desarrollada que esté, termina en tragedia.
“Cuando Jesús iba a seguir su viaje, llegó un hombre corriendo, se puso de rodillas delante de él, y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna? […] -Ya sabes los mandamientos: No mates. No cometas adulterio. No robes. No digas mentiras en perjuicio de nadie ni engañes; Honra a tu padre y a tu madre”. Marcos 10: 17-19