Al finalizar la faena de trabajo el jueves primero de octubre de 1936 Eusebio se enfilo apresuradamente hacia la calle, apenas cruzo el puesto de control en la entrada del matadero encontró a sus amigos del equipo que estaban esperándolo para ir a un juego de fútbol muy peculiar, una partida que no llegaría a su final ni se recuperaría nunca. Partieron todos en carrera, debían apurarse estaban ya sobre la hora, apenas llegaron al estadio se colocaron su uniformes y salieron al campo -FUIII-, el pitazo marcaba el inicio del juego.
No habían trascurrido 30 minutos, de ese juego imborrable de la memoria de aquellos jóvenes, cuando invade al pueblo un rumor, los muchachos impresionados pararon de jugar y empezaron a buscar desorientados el origen del comentario, finalmente fijaron la mirada hacia las calles del centro de la ciudad, luego de unos minutos de expectativas logran divisar un tumulto de personas corrieron desesperadamente hacia la plaza. Al llegar a la plazuela encuentran a la comunidad en asamblea.
Muchos éxitos y felicidad.