Esa familia le rendía culto al trabajo. De lunes a sábado la jornada iniciaba a las cuatro de la mañana y concluía a las seis de la tarde; paraban solo los domingos porque la fe cristiana les obligaba ir a misa y descansar. Los hombres comenzaban las labores con el ordeño de las vacas y el pastoreo de ganado mientras las mujeres hacían el desayuno. Después de desayunar cada quien atendía sus tareas diarias. Eusebio entraba a las 7 de la mañana al matadero. José Mari se iba a los astilleros donde trabajaba como maquinista naval haciendo piezas, oficio en el cual era muy bueno. La madre llamada Eustaquia quien pese a ser analfabeta se encargaba de los quehaceres del hogar con una maestría sin igual junto a la hija menor Elene. Edurne, la otra hermana, trabajaba en una sastrería. Por su parte el padre se quedaba atendiendo los cultivos y pastoreando el ganado. Luego antes de la cena entre todos atendían la huerta.
Muchos éxitos y felicidad.