Presencia de muerte – [Creepypasta][Horror]

Un día animado como de costumbre transcurría en la ciudad de Austin, Texas. Autos y camiones fluyendo por las vías, personas que entrando y saliendo de los edificios y comercios, y el sol brillante dando a todos un poco de su calor.

En uno de los tantos locales se encontraba un señor alto, blanco, de unos 40 años, con algo de barba, vestido con una camisa a cuadros de colores rojos, unos vaqueros y botas color marrón, como el tradicional estilo texano. Es el dueño del local, que es a su vez una tienda de ropa casual.

Los empleados van y vienen en su uniforme de camisa y gorra amarilla. Mientras los clientes observan y se miden la ropa, y los mostradores y maniquíes blancos y relucientes llenan los espacios con ropa de diferentes estilos y colores.

Mientras el dueño supervisa que todo va en orden, de reojo ve lo que parece ser uno de los maniquíes girando la cabeza. Al voltear instintivamente por lo extraño de lo percibido, ve que en realidad está como debería, tieso, en su lugar. Pensó que habría sido una de esas bromas que a veces te juega la mente, o que quizá estaba muy cansado.

De a ratos, mientras continuaba con su labor, volteaba a ver el maniquí como para asegurarse de que no se había movido. Y así era, estaba como siempre. Pero por alguna razón sentía cierta incertidumbre. Toda la mañana había tenido una sensación extraña, una mezcla entre nervios y una premonición de algo malo por venir. ¿Por qué? No había ocurrido nada anormal, sólo esa sensación, como una presencia...

Sin esperárselo, otro maniquí que estaba hacia una de las esquinas del local volteó su cara hacia él, lo que le sorprendió de tal manera que alzó la voz en un grito de pánico, y tras ello dijo a una de sus empleadas:

– ¡Marta! ¡¿Ves eso?!
– ¿Qué cosa señor? - respondió extrañada.
– ¡El maniquí! ¿No lo viste moverse? - dijo el dueño desesperado.
– ¿Perdón señor? - replicó extrañada

Lo vió moverse ante sus ojos, pero al parecer nadie más lo había hecho. Confundido, sudando, y ya habiendo atraído las miradas consternadas de los clientes cercanos, se volteó rápidamente para volver a su oficina, pero al apenas girarse se topó con otra figura blanca, de pie frente a él, a centímetros de sus ojos. Inmóvil de miedo y en shock, en apenas segundos se desmayó.

Al despertar y abrir los ojos se encuentra con una escena totalmente distinta. Personas en el suelo, sangre, fuego creciendo entre la ropa, humo por doquier y gritos que se escuchan sordos entre la confusión.

Logra levantarse y nota que los maniquíes ya no están donde antes, sino que de alguna forma se encontraban en los lugares de trabajo de los empleados, y ya no estaban limpios sino sucios y rotos, y más espeluznante aún, algunos parecían tener expresiones faciales.

Gritando del pánico, corre hacia fuera del local. La policía ya rodeaba la zona, y mientras lo escuchan gritar cosas poco entendibles le ordenan repetidas veces que se acueste en el suelo mientras lo apuntan con armas de fuego, hasta que al ver que no podía lograr la calma lo tumbaron entre varios hombres, lo esposaron y lo llevaron a un hospital.

Mostró signos de recuperación física, pero mentalmente estaba retorcido. Ninguno de los otros implicados en la escena sobrevivieron. Tampoco hubo signos de agresión física, a pesar de la sangre que corría por el suelo, que parecía haber salido de las bocas de los que estaban presentes.

El caso era todo un misterio. El dueño del local y único sobreviviente de los que estaban presentes en el suceso, fue trasladado a un hospital psiquiátrico donde lo mantendrían para su tratamiento e investigación.

Semana tras semana, un medicamento u otro, el hombre no mostraba signos de recuperación. Pocas frases, apenas entendibles, salieron de sus labios entre jadeos y gritos esporádicos.

Falta poco... Ya viene por mí...

¿Qué había traumado tanto a este hombre, y por qué era el único sobreviviente? ¿Qué vieron los otros mientras él estaba inconsciente? Nadie sabía, y menos esperanza hubo luego de que aquel hombre fuese encontrado muerto en el suelo de su habitación, con su cuerpo boca abajo y sobre un charco de sangre que parecía haber salido de su boca.

El hombre fue enterrado, pero no era el final. Las personas encerradas en las habitaciones cercanas a la que él había ocupado comenzaron a morir idénticamente.

Haciendo acto de presencia, se encontraba el gobernador en el hospital psiquiátrico, y pidió ir al lugar de los hechos. Equipos de investigadores y psiquiatras estudiaban el asunto. Incluso había un cuerpo y manchas de sangre aún frescas, siendo inspeccionadas. Biólogos investigadores no descartaban un posible ataque de arma biológica. En la escena, todos con trajes y máscaras especiales, precavidos ante cualquiera de las posibilidades.

En cierto punto, una presencia maligna se apoderó de la habitación. Los bombillos en el techo intensificaban su luz gradualmente a través de segundos que se hacían eternos, hasta que explotaron y el ambiente se oscureció. Todos entraron en pánico mientras creían ver alucinaciones; el suelo de granito parecía moverse de forma retorcida, las ventanas se derretían y en el centro de la sala, entre todos los presentes, se materializó un ente humanoide de piel pálida y venosa, sin cabello alguno, ni siquiera cejas o párpados, tampoco labios y con dos orificios nasales planos que hacían de su cara algo para perder la cordura, jadeante, de voz ronca y cuyas únicas palabras fueron...

“SOY EL TERROR”​

... Cuando él decide aparecer, el miedo se materializa en presencia de muerte.