Nunca me pude despedir

in #spanish7 years ago

Soporté tu ausencia y celebré tu regreso, a pesar de los años que separaron nuestros destinos, para luego reencontrarnos, y sin embargo estábamos cerca, pero lejos.

Encuentros esporádicos, así como llamadas y textos que mantenían un enlace que creía ficticio. Nuestro compartir sólo llenaba una supuesta necesidad de la que creía haber perdido el interés.

Pensé que en tu presencia no había significancia alguna, pero cuando partiste fue tan irreal que no sentí tristeza, no sentí nada. Luego, una angustia reemplazaba mi depresión, que no había surgido por la negación de algo que creía imposible, al menos hasta que pude verte.

Ahí estabas, tendido, inmóvil y pálido, bien vestido y envuelto por aquel cajón fúnebre, frío al tacto. De la angustia pasé a la tristeza y la nostalgia, incluso algo de enojo, pero no por ti sino por mí. El piso se humedecía de gotas saladas y el aire se impregnaba de sentimientos.

¡Malditos quienes tomaron tu alma! También tomaron parte de la mía, y ahora que lo pienso, nunca me despedí.

Dejaste un vacío. ¡Cuántas cosas quise hacer contigo! Y tantas otras cosas que me perdí, todas ahora irrecuperables, imposibles.

¿Podrías volver aunque sea un rato? Quiero mostrarte algo, jugar juntos, conversar y reír. Pedirte consejos, contarte mis logros, confesarte mis errores.

No me imaginé que te extrañaría tanto, supongo que es porque no supe cuánto te quería.
Ahora te recuerdo entre risas y llantos, y mientras lo haga no habrás muerto porque vivirás en mi.

Te quiero, papá.

Dedicado a mi Padre: Carlos Fuentes (1968-2011)