La siguiente historia me la contaron y desde ese mismo instante sentí una profunda tristeza en mi alma, de ver que existe gente mal intencionada, “mal vividora”, cizañera. Verdaderamente sentí gran indignación ante este hecho que se convirtió en una tragedia lamentable y que destruyó la felicidad de una familia.
En el mundo existen infinidad de profesiones u oficios, y ninguna es peor o mejor que otra. Unas requieren mayor capacidad intelectual y otras mayor capacidad física o destreza, pero en fin todos son trabajos dignos y necesarios para la coexistencia, mantenimiento y prosperidad familiar.
Y nadie tiene el derecho de denigrar o censurar la profesión de sus semejantes.
El caso es de una familia que adoptó una niña, que era hija de una trabajadora sexual (prostituta), que por el mismo hecho de su profesión no pudo criarla y la cedió en adopción, pensando quizás en la posibilidad de que su hija tuviera un mejor futuro.
La niña creció feliz en su nuevo hogar, creyendo siempre que aquellos eran sus verdaderos padres. Pero apareció una persona malévola que se encargó de amargarle la vida a la muchacha, contándole su procedencia, justamente cuando era adolescente, y además lo regó en toda la comunidad.
Así comenzó contra ella lo que hoy se denomina como bullying, a tal extremo que la jovencita cayó en depresión y se quitó la vida.
Aquel ser despreciable, con su maldad, arruinó la vida a la muchacha y a toda su familia.
La jovencita fue sepultada, sin pasar por la iglesia por las mismas falsas creencias e ignorancia que están relacionadas con el suicidio.
Los padres le hicieron el novenario en su casa de habitación y en el último rosario, justamente a las 11:00 pm, cuando quitaban el altar, volaron todas las palomas de los techos y azoteas de los edificios y formaron un circulo en las alturas como forma de un ritual, que le paró los pelos a todos los presentes. Luego descendieron y volvieron a sus puestos.
¿Cuál era el mensaje, la enseñanza, la revelación que dieron aquellas aves en su ritual?
Pues muy claro: nadie tiene el derecho de denigrar, despreciar, ofender a los demás por su condición física, profesional, hábitos de vida, costumbres o raza.
Tristemente vemos que en el mundo pasan y seguirán pasando estas injusticias, porque existen seres que perfuman su estiércol para que le salga bonito, mientras tanto van criticando y destruyendo la felicidad de su semejantes
Cocodite los espera en la próxima entrega, siempre con la bendición de Dios.
Triste historia amigo.
Qué duro. El foco era la renovación de un destino por el amor de sus padres adoptivos. Y eso no lo vio la ignorante persona que quiso echar verdad en forma de chisme.