Ningún ser civilizado en estos tiempos de la postmodernidad pensará quedarse algún día sin electricidad; como decimos por acá “sin luz”. Como es del conocimiento mundial, el régimen que gobierna a Venezuela, nos dejó el pasado 7 de marzo por cinco días sin luz; las consecuencias aún no medidas ni sustentadas del todo, van desde las pérdidas humanas en hospitales y clínicas, las pérdidas económicas pero sobretodo, los daños psicológicos y emocionales que nos han marcado como venezolanos.
Quedarse sin luz en una era de la virtualidad; sin internet, sin redes sociales, sin televisión, sin señal para comunicarse ha sido lo más grave para quienes vivimos en esta era; en especial, los niños y las niñas nacidos en esta época; no solamente por lo anterior sino que en esta era todo el comercio, la banca es electrónico. Estar con la sensación de tener recursos pero no poder comprar la comida es un stress psicológico constante y dañino.
Los/as abuelos/as que aún vive seguramente comentarán qué en sus tiempos de niños o juventud, era normal vivir sin luz, alumbrarse las noches con velas, acostarse temprano y levantarse con la luz del alba, entre otros. Nuestros padres, seguro comentarán a veces en mis tiempos, se iba la luz y seguramente tendríamos los mismos comentarios pero quienes estamos en esta Venezuela con estos apagones no encontramos justificación alguna para estar sin luz largas horas, en el desmejoramiento de nuestra calidad de vida.
Quedarse sin luz al caer en la noche es como caer en un vacío sin fondo, estar en un túnel sin salida; en el día seguramente tenemos cosas que hacer que nos ocupan o entretienen como jugar cartas, ludo, ajedrez, stop, entre otros con propios o extraños.
Acá en Mérida, cuando nos quedamos sin luz; sobre todo en las noches la gente grita: Maduro……
Fotos y Contenidos de mi autoría.
Respaldo el presente artículo con mi asignación
hola amigo! realmente estar sin luz en la posmodernidad es lo mas retrogrado que nos puede pasar