Recuerdo mi infancia en La Parroquia, llamada también “La Punta” de la Parroquia Juan Rodríguez Suarez del Municipio Libertador del Estado Mérida, Venezuela donde vivimos los primeros años al llegar mi familia a Mérida. Vivimos en tres casonas enormes, lindas con grandes cuartos, de techos de tejas, con patios internos y posteriores con ventanales grandes. Allí estudie mis dos primeros grados de educación primaria en la Escuela Básica Estado Lara con frondosos árboles.
La Parroquia está situada a 1292 metros sobre el nivel del mar y con una temperatura agradable todo el año, es el primer poblado que nos encontramos al sur de Mérida siguiendo la carretera hacia Ejido o El Vigía; como Mérida ha crecido desde hace años con nuevos desarrollos urbanísticos de clase media, quedó unida al casco urbano de Mérida pero sigue conservando sus aires de pueblo típico.
En días pasados, le comentaba a unos amigos que La Parroquia, se fundó la ciudad de Mérida en 1559, por el capitán de la capa roja, Juan Rodríguez Suárez, quien la fundó sin autorización alguna del Virreinato Nuevo Reino de Granada. Aquella fundación provisional duró poco, ya que fue mudada más arriba, en la parte alta de la meseta donde hoy en día está la plaza Bolívar de la ciudad Santiago de los Caballeros de Mérida; por lo tanto, el apóstol Santiago, es el santo patrono de la Parroquia.
A pesar de encontrarse a pocos kilómetros de Mérida, La Parroquia sigue conservando su identidad propia, de acendrada vocación religiosa, y costumbres sociales y culturales bastantes arraigadas entre sus habitantes. Hace unos 30 años cuando vivíamos en esta localidad, se reducía a unas pocas casas, casonas andinas en su mayoría alrededor de la iglesia, este poblado estaba rodeado por cañavelares, trapiches y haciendas, que se han ido desapareciendo en forma acelerada para dar paso a la modernidad.
En La Parroquia se respira una atmósfera acogedora, de típico poblado andino, con dimensiones humanas. La sencillez de sus construcciones y el modo de vivir de sus habitantes, quienes ocupan este pequeño espacio llevando un estilo de vida lento y sosegado al margen del ajetreo del centro de Mérida, nos hacen olvidar el ruido y la velocidad de las avenidas que la circundan. La gente se amaña mucho en este lugar, se oye decir a sus habitantes, entre los cuales se incluye mi mamá que sueña vivir de nuevo en La Parroquia.
Su pequeña iglesia de fachada lisa, rematada en un frontis triangular, y la torre octogonal, con cúpula tradicional, le da un aire muy especial de profunda espiritualidad y sentir religioso al poblado. Frente a la iglesia esta una pequeña Plaza Bolívar con un busto del héroe bajo las sombras de las esbeltas palmeras, algunos matapalos y viejos almendrones de ramas frondosas como un paragua, que le dan una sombra refrescante en las cálidas horas del mediodía a dicha plaza. Cuenta con araguaney de negra corteza se engalana con sus flores amarillas como el oro que matizan el follaje en los primeros meses del año, dejando una estela en la grama de la plaza.
Fotos y Contenidos de mi autoría. Respaldo el presente artículo con mi asignación <>
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La Parroquia es un lugar muy acogedor...