En esta oportunidad escribiré someramente sobre un tópico que tiene mucha literatura, tendencias, apasionados y detractores, como lo es: SERVIR LA MESA. Quiero referirme básicamente al aspecto más importante para mi sobre este tema y lo entenderás al final.
Comenzaré refiriéndome solo a la expresión, esa que hoy cada día uso en mi hogar y he procurado enseñar a toda mi familia y a quienes se van sumando en ella.
En mi familia siempre se acostumbró a comer todos en la mesa, por supuesto, a medida que fuimos creciendo y teníamos diferentes horarios, podía ocurrir que alguien faltara a alguna de las comidas, pero siempre se esperaba hasta que llegara el último. Al menos una comida al día la hacíamos juntos. Era la oportunidad para hablar de todo y de todos, hasta quizá dejábamos colar un chiste o alguna anécdota cómica de alguien.
Lo más importante era que en ese momento mi papá nos enseñaba modales del buen comer, de cómo debíamos comportarnos en la mesa, cómo agarrar los cubiertos, el respeto a la comida y los comensales. He procurado hacer otro tanto con mis hijos (y con quienes no lo son porque creo que educar no tiene nexo filial), y todo comienza a la hora de la comida con este aviso acompañado por una instrucción: LA COMIDA ESTÁ LISTA, PONGAN LA MESA, y alguien, seguramente remoloneándose, sale a ponerla.
No se trata de tener obligatoriamente una preciosa vajilla, un mantel y servilletas bordadas, y el juego de copas de cristal, si se tiene pues buenísimo, pero no es la condición necesaria para servir una mesa como debe ser, con la utilería que se tenga, respetar los modales y, sobre todo, compartir el sagrado momento de comer en familia.
Es poner el mantel, los platos, los cubiertos, el agua o bebida con la que se vaya a acompañar la comida y ayudar en el resto del servicio; como por ejemplo llevar hasta la mesa la comida, bien ya servida en los platos o en las fuentes desde donde se van a servir los comensales.
Quiero mostrarle dos formas de servir la mesa, ambas muy sencillas, una para cuando tengas invitados y otra para el diario, sin mucha complicación, la idea es hacerle honor a la mesa, la comida y sus comensales.
Esta foto representa el servicio de una mesa para una comida especial, con invitados, donde además se ofrece, en una pequeña tarjeta, la información del menú que va a disfrutar, un buen detalle si tienes tiempo para hacerlo.
La servilleta de tela está dispuesta con un aro decorado en piedras, si no tienes aros puedes usar una cinta y hacer una lazada sutil, o sólo colocar la servilleta con el doblez que más te guste. Se nota la correcta disposición de los cubiertos (derecha cuchillo, izquierda tenedores y cucharilla de postre al frente). Se puede ver la base de la copa para el agua. También se nota el plato base, en este caso verde, ese no se retira hasta que se levanta la mesa; si no tienes plato base no te preocupes, usa el plato llano como base del plato hondo o del plato donde vayas a servir la entrada, si este es más pequeño que el llano.
Es un servicio muy sencillo y elegante, no está saturado de utilería, tiene lo básico. Es una muestra de un servicio que con un poco de creatividad e interés podemos montar y nos puede dejar bien parados ante nuestros invitados.
Aquí te muestro un servicio para el diario, con o sin plato hondo. Mantel, en este caso individual, cubiertos bien dispuestos y vaso para el agua. Las servilletas pueden ser de papel colocadas en un bonito servilletero en el centro de la mesa. Este servicio también es muy sencillo, con la utilería básica y muy bien presentado, como nos lo merecemos.
Al mostrarles estas dos propuestas de servicio de mesa lo que quiero es que reflexionen sobre la importancia del momento de comer en familia y entre amigos, no está condicionado a si tienes o no vajilla de porcelana o de aluminio, mantel de lino o de plástico, vaso o copa para el agua. La importancia está en agradecer a Dios por esos alimentos, pedir porque nunca nos falte (ni a nadie) y hacer de ese momento el mejor para compartir.