Mi colaboración para el diario venezolano 2001.
Fotografía Gladys Burgazzi
EXTRANJERO
En el Diccionario de la Tolerancia se cita una frase de Herodoto, uno de los primeros historiadores de la Grecia de A.C que dice: “cada grupo, si bien sabe que no está solo, se cree el mejor del mundo”. En esa Grecia antigua los extranjeros no tenían derecho a la tierra y fueron ganándola por participación en la guerra y por su cooperación en la comunidad, los primeros en adquirir ese derecho fueron los Médicos. El historiador Ruggiero Romano narra que en tiempos de conquista, cuando el Español se adueña de la tierra el Indio pasa a ser el Otro diferente y entonces si se resistían a la esclavitud eran “bestias” capaces de la antropofagia lo que justificaba la guerra y cuando eran sumisos se les calificaba como perezosos y justificaban la explotación.
El tiempo ha pasado y mucho se ha ganado en eso de civilizarnos pero en situaciones de crisis tendemos a involucionar, es decir a optar por la violencia, el mayor signo de falta de civilización, y entonces volvemos a estigmatizar al Otro diferente (extranjero) con frases como “delincuentes” o “flojos” y si esa crisis lleva a la entrada en masa de extranjeros, en un país cualquiera, se crea el mejor caldo de cultivo para el crecimiento y auge de la Xenofobia.
Del griego xenos −ajeno, extraño, extranjero− y fobos −miedo, fobia, aversión, la Xenofobia es el rechazo y/o discriminación del que viene de fuera del grupo de pertenencia, esencialmente del grupo de pertenencia nacional o nación. Históricamente las migraciones en masa se han dado hacia Europa y a pesar de lo frecuente y constantes de las mismas aún no están preparados para ella, en Latinoamérica no es frecuente, de manera que ante el fenómeno migratorio Venezolano se encuentra confundida, aterrada y al parecer paralizada. Las señales de Xenofobia empiezan a aparecer en una población que se siente invadida por un lado y en otra que ante la descalificación se defiende a través del nacionalismo y la confrontación. Los países de llegada ven la entrada en masa a sus tierras de extranjeros y se asustan de los cambio inciertos que esa llegada provocará y quienes llegan ante la reprobación se muestran como seres con mayores atributos y se aferran a la simbología del país que han dejado atrás (banderas, comidas, canciones, estética, lenguaje, etc) para así sentirlo más cerca sin darse cuenta que el país que los recibe tiene sus propios símbolos y están dispuestos a defenderlos con la misma pasión.
Éstas reacciones, aprendidas ante la defensa de la territorialidad y la nacionalidad deben sobreponerse a través del más alto sentido de racionalidad y civilidad, de cada uno de los grupos, pero también amerita la intervención organizada por parte de las instituciones del país de llegada, a través de una función moderadora e interventora del Estado y de la sociedad civil organizada, la enseñanza de la tolerancia y de la racionalidad para llevar a la población ideas claras y eficientes sobre el momento histórico tan complicado que les ha tocado vivir.