Carta inspiracional a un carajito

Es una molestia
lo que siento.
Estoy tranquila si no estás.
Me frustro, pero en calma
porque no estás.
Pero cuando llegas
se me mueve todo adentro.
Me pongo nerviosa.
¿Mariposas? No.
Me arrecho.
Me arrecha tanto ver tu cara.
Me arrecha tanto verte sentado
porque me quiero sentar
ahí contigo.
Me molesta tu voz.
Me molesta tu risa.
Me molesta lo que dices
y cómo me tratas.
Me molesta recordar que nos besamos.
Y me encantas tanto.
Porque no he vuelto a ver
una cara como la tuya.
No he escuchado
una voz, una risa
como la tuya.
Porque elevaste mis estándares
y ya no quiero menos.
Quiero como tú.
Y no a ti.
A ti no te puedo tener.
No te puedo querer.
No me permites acercarme.
Me apartas.
No me quieres cerca.

Cada vez que pienso en ti
me pongo ansiosa.
Se me acelera la respiración,
calor en el pecho.
Hormigas en la piel,
y mi estómago despierta.
Entonces, imagino.
Imagino una situación,
una fiesta, mucho alcohol.
Con mi mirada ebria
te busco y te encuentro.
Llena de valor - licor -
voy hacia ti.
Me acerco, me ves.
Y como sólo te imagino,
no hablas, no dices nada.
Sólo me ves.
Nos vemos igual,
de la misma forma
en que siempre nos vemos.
¿Es odio? ¿Rabia?
No sé.
Pero así nos vemos.
Es intenso.
Entonces,
me acerco y te beso.
Y me agarras y me besas.
Nos besamos
como hay que hacerlo.
Entonces,
encuentro un lugar
para escondernos.
Nos sacamos la ropa
y pasa aquello.
Lo que no pasó
la primera vez.
Lo que tenía que pasar.
Lo que me tiene en la angustia.
Y pasa.
Y se acaba el sueño.

Cómo me frustras.
Cómo me molestas.
Cómo quisiera
que fuese diferente.
Que nos lleváramos bien.
Que pudiésemos hablar.
Cómo quisiera
que te acercaras
y me dijeras que me quieres.
Pero no.
¿Qué te pasa?
¿Cómo te atreves
a expresarme algo así?
Después de tu maltrato.
Después de todo el daño.
Sí, me has hecho daño.
A ver si lo reparas.
A ver si tienes con qué.
Porque eres sólo un niño
y yo,
yo ya crecí.