Tengo miedo,
te digo a diario,
mientras sostengo el peso de un universo que ahora es mío;
mientras cierro los ojos para no mirarte y ser de nuevo de papel,
ese que tanto te ama,
que disfruta tanto ser tu lienzo,
que lleva tus dilemas tatuados con orgullo
al igual que tus temores,
porque sé que también tienes miedo,
porque no es fácil querer a las hojas que se han arrugado con el tiempo;
pero te arriesgas y haces poesías con mis pliegues.
Odas a mis cachetes,
a los infinitos escalofríos que recorren mi cuerpo cuando me besas;
entonces no soy solo hoja, sino también tinta
y tus miedos se hacen mios;
Para reescribirlos,
abrazándonos hasta inventarnos de nuevo,
alcanzando un cielo que nos cubre las entrañas y me permite amarte con el corazón abierto,
en mis manos,
porque el amor también es miedo,
dicen,
entonces yo no quiero curarme.
-o no-
Miento.
Que se inventen nuevas formas de encontrar paz,
de abrazarme a mi misma y calmar mis -nuestros- miedos,
esos que se hacen sueños cuando nos miramos,
que pierden fuerza,
que se escapan y me dejan libre,
te dejan pleno,
nos llena a ambos del no recuerdo
de las tantas noches abrazados en nuestro propio sistema,
bajo estrellas que nos acurrucan sin vía láctea,
detrás de códigos y teoremas.
Hoy no tengo miedo,
hoy me tengo a mi,
y a tu amor que ya es un puente,
que esta vez,
-para paz de Cortázar-
se construye de los dos lados.