AGUA
En la fuente, en el cielo,
en la flor, en los ojos...
Así la claridad
abrió tantas ventanas
al misterio. El espejo,
la lluvia y el rocío,
¡las lágrimas! El agua
de mis silencios tristes;
de algún que otro fracaso;
de aquel día en que el tren
mató el perro.¡La sangre
no vale para el llanto!
¡Dame, amor, dame el agua!
El agua de mis versos
para lavar por dentro
unas palabras torpes,
antes de que las vean
las rosas del jardín.
Aquella, que llore
conmigo mismo a solas,
cuando murió mi madre;
la enjoyaré en el pomo
donde guardo la otra
con que buscaba el pecho
cuando niño. Entraré
por esas galerías
a mirar el pasado.
Necesito el alivio
de las horas lavadas,
que me dan evangelio
para gozarme niño.