Sin importar la forma que tome, la naturaleza es bella. Ya sea una planta, un hongo, mineral o animal; ésta siempre encontrará la forma de cautivar al espectador. Ella es equilibrio, orden, es maestra al presentar colores y formas que en ocasiones parecen de otros mundos; y lo mejor es que podemos encontrarle en cualquier lugar, solo debemos parar un momento y contemplar cuidadosamente nuestro entorno.
En esta ocasión quiero compartir estas fotitos de los pequeños anfibios que encontré en casa, particularmente me gustan mucho los sapos y las ranas, simplemente los considero adorables, sin embargo en mi familia nadie comparte mi amor por dichas criaturas y mucho menos lo entienden. Esto me hizo pensar en todas las veces en que declaré mi odio por las arañas y llegué a la inesperada conclusión: tal vez las arañas no son tan malas después de todo. De hecho, tienen un propósito al mantener el equilibrio del ecosistema evitando una sobrepoblación de insectos (o es una de las funciones que conozco); ahora incluso me atrevo a decir que son hermosas pero es mi terrible sentido del gusto el que no me permite apreciar coherentemente su exótica belleza. Obviamente no te gustará todo lo que en ella hay pero no dudes cuando te digo que la naturaleza es bella y siempre lo será, son nuestros distintos gustos y temores los que no nos permiten apreciarla en su totalidad. Debo confesar que siguen sin gustarme las arañas pero ahora sé que hay alguien en alguna parte amandolas como yo amo a los sapos y a las ranas.