El sonido del canto de un gallo que se escucha a lo lejos me despierta, estrujo los ojos y me estiro en la “hamaca” donde estoy acostado, alcanzo mi teléfono celular que lo llevo dentro del bolsillo de mi pantalón, al encenderlo observo la hora y veo que son las 3:50am.
- Yo: Ese desgraciado gallo no me deja dormir.
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Me Volví a arropar por completo, tapándome hasta la cabeza, cuidándome del frío y los zancudos. A las 6:00am me despierto de inmediato para cepillarme los dientes, lavarme la cara e ir a la cocina del campamento para tomar algo de café.
- Agarra ahí una taza Arquimedes, el café esta recién hecho < Yuri la cocinera>, ya los muchachos están preparando el motor para empezar a trabajar.
- Si, ahora los alcanzo, lo que pasa es que no dormí bien por culpa de un gallo que no paraba de cantar <Le respondía a Yuri mientras me tomaba el café>
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Inmediatamente después de tomar café me dirijo hasta la orilla del río, para ayudar a los muchachos a encender el motor. Era un motor a Gasoil, que poníamos en funcionamiento halando una cuerda entre seis personas, la función de este era succionar el agua del río y a través de unas mangueras de alta presión dirigir el agua unos 300 metros hacia el lugar donde estamos trabajando la minería a cielo abierto.
Luego de dejar todo preparado para trabajar, íbamos de inmediato en grupos de tres, para desayunar mientras los otros seis se mantenían en la fosa de 20 metros de profundidad, perforando aún más el terreno con la presión del agua.
Mientras comía en el campamento me quedaba pensando y observando como nosotros y todos los demás trabajadores de la “pequeña minería”, destruíamos la espesa selva virgen, no lograba recordar cómo era el lugar antes de nosotros entrar ahí con las maquinarias, sólo podía decirme a mí mismo <<Tanto trabajar, tanto destruir, para sacar una miseria de oro y además que el 60% se lo lleva es el dueño de las maquinas>>.
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