Muchas personas tienen la idea equivocada de que la motivación personal es una opción, como si fuese un postre que puede ser tomado o dejado. No obstante, todo lo que hace un individuo, intencional o sin intención, positivo o negativo, es el producto de la motivación.
La motivación es lo que impulsa a la acción; una necesidad, una emoción, una idea, una fuerza que nace de cada individuo.
Durante mucho tiempo se ha asumido equivocadamente que la motivación es algo externo, que surge mediante incentivos como reconocimientos, sermones, premios o palmaditas en la espalda. Por supuesto que estas cosas suministran inspiración pero sólo será cierto si ellos desean hacerlo.
El cambio duradero se concreta sólo cuando la necesidad de cambio se entiende y se interioriza.
El temor aprieta, produce pánico, restringe, es un gran propulsor y un gran inhibidor, recuerda las experiencias del fracaso, la desilusión, la empatía, el dolor y que las mismas se pueden repetir, retrasa proyectos y abandona metas.
El deseo, en cambio, alcanza, dirige, es como un imán grande y positivo, activa recuerdos de placer y éxito, alimenta los proyectos y las metas.
En conclusión:
Todos contamos con algún grado de motivación, bien sea alto o bajo. La misma nace de los temores, las obligaciones, las inhibiciones y atracciones. Es un trabajo que se hace desde adentro y funciona como imán; atraen o repelen.
La principal tarea de todos es hacer el enfoque de la atención y energía en el logro de los objetivos. Olvídate de las posibles consecuencias del fracaso y recuerda que las cosas que conseguimos en la vida y los resultados que se obtienen son el resultado de nuestros pensamientos.