Saludos #steemados amigos y amigas:
Hoy les entrego un cuento que saqué del baúl de lo recuerdos porque en verdad es bastante viejo, espero que les guste.
La noche y sus vicios
.: Por: Arturo Pérez Arteaga :.
Ya era algo tarde cuando se pudo escabullir, no le fue sencillo porque Josefina había dormido plácidamente toda la tarde y no alcanzaba a conciliar el sueño mientras Alejandro no encontraba una excusa lo suficientemente válida para abandonar la cama sin que ella lo notara.
Esperó impaciente pero inmóvil hasta que notó que su respiración se hacía muy profunda y relajada, no obstante y para no tener contratiempos, alargó su suplicio unos minutos que le parecieron horas hasta que al fin, se movió muy suavemente y esperó.
Al notar que ella estaba profundamente dormida se sentó en la cama y como en una película en cámara lenta se fue levantando muy pausadamente. Ya incorporado, se la quedó mirando a ver si se producía en ella algún movimiento, pero no, se había dormido al fin.
“Cada vez es más difícil fumarse un cigarrito”, pensó Alejandro entre perturbado y alegre por burlar una vez mas el sueño de su esposa que odiaba el vicio y le recriminaría por mucho tiempo de darse cuenta que él aún no lo dejaba.
Fue hasta el estudio y sacó un cigarrillo de la caja y el encendedor de su lugar secreto y se dirigió a la puerta trasera de la casa. En el trayecto le tocó esquivar al perro que fielmente dormía entre la puerta y la mesa del comedor. Sacó el seguro de la puerta muy suavemente, porque en la noche todos los ruidos se hacen más fuertes dado el silencio que rodea a la oscuridad. Sócrates, el fiel perro, le dedicó una mirada que Alejandro no podía catalogar si de reproche o de complicidad, porque era el único que le veía fumar desde hace algún tiempo, siempre en las noches, aunque no tan tarde como aquella.
- Tranquilo amiguito, me fumaré uno solo y ya te dejaré dormir en paz.
No obtuvo más que un leve movimiento de la cola del animal. Salió al patio, encendió el cigarrillo, guardó el encendedor en el bolsillo de su pijama y se dedicó a disfrutar de su pequeño gran vicio.
Sonrió al recordar como pudo evadir a Josefina el día que esta lo besó en la mañana y le comentó que su aliento olía a cigarrillo y cómo el astutamente le dijo, “Desde luego mujer, luego de tantos años fumando, siempre le quedan a uno residuos en el organismo. Quizá con el paso del tiempo, este olor irá desapareciendo”, aunque él sabía que a ese paso no desaparecería nunca, porque no pensaba dejar de disfrutar de su vicio, aunque fuera tarde en las noches. Desde aquella vez, tomó por costumbre lavar sus dientes luego de fumar para que el olor en la mañana fuera menos intenso.
Contemplaba su jardín y a través de la cerca el de su vecino don Julio, con exuberantes plantas florales que eran su orgullo, aunque en estos días a pesar del agua del riego, las plantas estaban bastante secas por ausencia de la lluvia.
“El verano este año ha estado implacable”, pensaba Alejandro, mientras soltaba las bocanadas de humo y sonreía como un niñito que acaba de cometer una buena travesura saliéndose con la suya.
La brisa de la noche era mucha, reconfortante y fuerte, típica de estas fechas en las que Alejandro recordaba que de niño le encantaba volar papagayos porque la temporada se prestaba.
Absorto estaba Alejandro en sus contemplaciones cuando de pronto sintió un ruido que venía de la cocina, miró instantáneamente hacia la puerta, pero desde su ángulo sólo alcanzó a ver al buen Sócrates quien movió la cabeza en dirección del ruido, era sin duda Josefina que se acercaba. Alejandro sin pensar mucho lanzó el cigarrillo, que para el momento ya estaba a medio fumar, lo mas lejos que pudo y caminó en dirección opuesta a la puerta.
- Amor, ¿Qué haces aquí afuera a esta hora?. Le preguntó Josefina con cara de mucho sueño.
- Es que… es que… escuché un ruido mi vida, y… salí a ver.
- Pero amor, es peligroso que salgas sólo en la noche si escuchaste un ruido.
- No mi vida, peligroso soy yo, que no se atreva ningún malandro a meterse conmigo porque soy un arma mortal.
Eso lo dijo Alejandro sonriendo pero sin acercarse mucho a su esposa que seguía parada en la puerta y él aparentaba mirar al costado de la casa.
- Tranquila mi vida, vete a dormir, que yo termino de revisar y te alcanzo.
- No amor, ya me desperté cuando no te sentí a mi lado, mejor te espero.
- Ok, esta bien.
Resignado Alejandro caminó lentamente hasta la puerta mientras veía a su esposa hacer lo propio hacia la habitación y pensó “Bueno, es mejor medio que nada”, se despidió del perro, cerró la puerta y se dirigió al baño a lavarse los dientes para disimular el olor.
Una vez en la cama, Josefina casi dormida le abrazó. Alejandro cerró sus ojos y estuvo así un buen rato, sin dormir, sin saber en que momento el sueño le alcanzó y durmió.
Durmió plácidamente aunque soñó con cosas extrañas, soñó que a su alrededor había mucha gente muy angustiada y él se fumaba un cigarrillo enorme que tenía al frente, era tan grande el cigarrillo que no lo podía sostener entre sus brazos, descansaba en una gran mesa y Alejandro se inclinaba cada cierto tiempo a aspirarlo y el humo que salía de su boca era de colores, rojo y azul, como destellante, la gente seguía angustiada a su alrededor, pero el se mantenía ajeno a todo lo que ocurría, concentrado sólo en su gigantesco cigarrillo de humo de colores.
Tres golpes secos y muy fuertes se escucharon en la puerta principal. Josefina se levantó angustiada, se habían quedado dormidos y alguien les buscaba, quienquiera que fuera tenía prisa o una urgencia mayor.
- Amor, están tocando la puerta.
- Hummmm… ¿Qué?...¿que pasó?
- Que están tocando la puerta.
Ambos se levantaron de la cama y caminaron hacia la puerta y al abrirla encontraron a un señor uniformado con un casco rojo y un hacha en la mano.
- Disculpen que les moleste, pero ya estábamos preocupados por ustedes.
- Que pasó oficial.
- Soy el Sargento Rivero del departamento de bomberos de la ciudad. ¿Acaso no se han dado cuenta de la catástrofe?.
- Catástrofe, que ha pasado. Preguntó Josefina visiblemente alarmada.
- Hubo un incendio horrible en la casa de sus vecinos, los del hermoso jardín.
- ¿En serio?, preguntó Alejandro. ¿Y como fue?. Que pudo pasar. ¿Hay heridos o víctimas graves?
- Afortunadamente no hay vidas que lamentar, la familia, pudo salir a último minuto de la casa, pero toda esta se envolvió en llamas y hasta ahora no hemos determinado el origen del fuego, porque hemos estado ocupados apagándolo. Pero díganme, ¿están ustedes bien?.
- Sí, ni siquiera lo habíamos notado.
- Menos mal, bueno, por favor disculpen que les molestara, pero nos preocupo que el humo los hubiese afectado del algún modo. Su jardín y su casa están bien, no se preocupen, ha sido muy afortunados de que el fuego no abrasara su casa también porque la brisa está terrible.
- Esta bien señor bombero, no hay problema es usted muy amable.
Al retirarse el sargento Rivero con una ademán de caballerosidad propio de un templario, Josefina recordó el episodio de la noche anterior y le preguntó a Alejandro.
- Amor, ¿no sería ese el ruido que escuchaste anoche?. ¿Será que algún bandido envidioso le estaba prendiendo fuego al jardín de don Julio?.
Alejandro le miró, se encogió de hombros y le respondió.
- Quien sabe mi vida, en este mundo hay tanta gente loca haciéndole mal a los demás que ya uno no sabe que pensar.
-FIN-
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simplemente hermoso me encantan estos relatos con esta prosa tan magnifica. saludos y mis respetos mi apoyo con mi humilde voto.
Mil gracias hermano, eres muy amable con tus comentarios que desde luego son motivadores y hacen que me siga esforzando para entregarles relatos de calidad... un fuerte abrazo
Que suerte la de Josefina y Alejandre no haberles pasado nada y que mal por el vecino y su hermoso jardín. Espero que sea solo casualidad y el cigarrillo de Alejandro no tenga nada que ver en dicha catástrofe.
Yo creo que Alejandro si tuvo que ver con el incendio, pero de ese misterio se encargarán los bomberos... Gracias por seguir allí @paos
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Thanks a lot my people... We keep in the way
😨 Me encanta la insertidumbre que queda tras la historia, mucho fresco ese Alejandro.. Muy buena corazon.. Saludos 😘
yo diría que muy sortario además... varias personas me han criticado el estilo de dejar muchas de mis historias abiertas a la interpretación o el mejor parecer de los hipotéticos lectores y yo siempre les digo que lo hago con la intención de lograr algo de interacción con ellos... a través de la lectura es harto difícil cambiar tramas o generar alternativas que no sean las que plantea el autor... a veces creo que lo logro... un abrazote cariño
Excelente relato!
Mil gracias por eso
Gracias mil al gran equipo Cervantes
Me encantó, me fascino el final. Me reí con la respuesta final de Alejandro. Suerte que no hubo heridos.
Excelente relato, te felicito.