Reseña Bibliográfica del libro "Educar es enseñar a amar" de Antonio Pérez Esclarín.San Pablo 2009 Distribución. El Hatillo Edo. Miranda. Venezuela. Págs. 224

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Antonio Pérez Esclarín, español de nacimiento, venezolano de corazón docente y escritor empedernido de acontecimientos que han formado parte del entorno social del ser humano. Con carisma, empeño y sabiduría, sus conferencias alientan a todo aquél que piensa en el fortalecimiento de la convivencia y el respeto hacía el semejante. Nace el 23 de septiembre de 1944, en Berdín, un pueblito cerca del Pirineo español frontera con Francia. Sus padres Paulina Esclarín, y Antonio Pérez, hogar ejemplar donde nacen Josefina, Ángel y Antonio.

Pérez Esclarín es coordinador en la Organización Fe y Alegría, su labor se realiza mediante conferencias participativas en cada una de las comunidades e instituciones del país . Además es escritor de 50 ejemplares y redacta columnas de opinión sobre educación e interés general en siete rotativos.

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En su libro "Educar es enseñar a amar". Pérez Esclarín en el cap. I dice que a pesar de que hoy se habla mucho de amor, nos hacemos cada día incapaces de amar y por ende no se nos enseña a amar, lo más grave acota es que el corazón no va a la escuela. La Madre Teresa de Calcuta decía que el peor sufrimiento es la soledad y que hoy podemos estar rodeados de personas, y nos sentimos solos. También dice Pérez Esclarín que a pesar de tener hoy en día la tecnología y estar conectados en ella, en el fondo estamos incomunicados.

Otro aspecto que menciona Pérez Esclarín es que la familia "es raíz de identidad", pues en ella es que se adquiere, una cultura, una religión, el modo de ver la vida, valores, antivalores, sin familia no hay arraigo, pues en ella es que se nos enseña a amar. También habla con relación a los docentes que debemos amar a todos y cada uno de nuestros estudiantes. Se ama, y se ama lo que hace, ama a su profesión y ama la materia que enseña.

Asimismo plantea el amor desinteresado que busca el beneficio de los otros el amor que enseñó nuestro señor Jesucristo pues fue él quien dio el mandato a sus discípulos de: "Ámense los unos a los otros como yo les he amado", es decir, hay que vivir por los demás, servir, acoger; pero sin utilizar a las personas, hay que dar sin recibir a cambio.

En el cap. II "Amar es querer el bien para el otro en cuanto a otro". Él expresa el concepto del amor aristotélico y dice que el amor es una decisión , supone dedicación y entrega, es como una jardinería: donde se arranca lo que hace daño, prepara el terreno, y luego se planta para esperar con paciencia el conocimiento a través del cuidado y el riego. Debemos cultivar el amor tal como lo haríamos con una planta; el amor se debe alimentar todos los días con pequeños detalles: una sonrisa, gestos, palabras, todo para que crezca y no muera.

Además dice que si amamos debemos querer el bien para esa persona, dar lo mejor, pero eso no significa que debemos alcahuetear, consentir sino ayudar a crecer, a ser mejor persona, a amar. El amor no debe ser interesado para obtener beneficio o ventajas, ya que este persigue el bien del otro, no por nosotros, sino por el otro. También dice que amar es dar y recibir, para amar se debe ser humilde para estar dispuesto a recibir del otro; Pérez Esclarín cita aquí a Erick Fromm en su obra clásica "El arte de amar", quien afirma que el amor es fundamentalmente dar y no recibir, deja claro que dar no puede ser un sacrificio que uno también recibe lo que da:

El amor es una actividad, no un afecto pasivo, "es un estar continuado", no un "súbito arranque". En el sentido más general, puede describirse el carácter activo del amor afirmando que amar es fundamentalmente dar, no recibir. ¿Qué es dar? Por simple que parezca la respuesta, está en realidad, plena de ambigüedades y complejidades. El malentendido más común consiste en suponer que dar significa "renunciar a algo", privarse de algo, sacrificarse. La persona cuyo carácter no se ha desarrollado más allá la etapa correspondiente a la orientación receptiva, experimenta de esa manera el acto de dar; como un sacrificio.


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De igual manera menciona que amar es mirar con el corazón, es aprender a amar. Hay miradas que ignoran, que aplastan, que humillan, que manchan. Él dice que mientras no seamos mirados, no existimos, por eso muchos dicen: "ya ni me mira", o "me miró feo". Pero también expresa que hay miradas que embellecen, que nos hacen sentir valorados.

Hay un refrán viejo que dice "ojos que no ven, corazón que no siente". Pero el refrán es mucho más verdadero al revés: "si el corazón no siente, los ojos no saben ver". Como dice San Agustín, "Ubi Car, ibi oculus": "Es el corazón el que enseña a los ojos a mirar".


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En otro orden de ideas Pérez Esclarín habla también de la evaluación en el subtítulo: De evaluar para excluir a evaluar para ayudar. Él dice que la evaluación es el mecanismo principal de los docentes para excluir a los estudiantes, por eso expresa que se debe exigir una revisión profunda de la cultura y las prácticas de evaluación, pues la evaluación se ha convertido en un instrumento para controlar, sancionar y excluir al alumno. La planificación se ha convertido solo en una mera nota o calificación, por eso los padres no preguntan qué aprenden sino cuánto sacaron y se rechaza la evaluación cualitativa pues no ven notas numéricas. Por ello, se recomienda a los docentes que deben pensar muy bien sus evaluaciones para que aclaren y se aclaren qué pretenden con ellas, la pedagogía inclusiva busca el éxito y no el proceso de los estudiantes.


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Finalmente, Pérez Esclarín dice que el único modo de comprobar la idoneidad de un docente es mediante el éxito de sus alumnos, pues si los estudiantes salen mal, el docente también sale mal, pues no logró motivarlos ni guiarlos para que aprendieran lo que tenían que aprender.

Espero lean y les agrade esta reseña realizada en mi posgrado de Lengua y comunicación. Nos veremos seguido.

@amabibi.