Según algunos estudios, todos los seres humanos soñamos. Algunos sueños son lo suficientemente lúcidos como para recordarlos, pero otros son tan extraños que apenas logramos conservar un pequeño retazo que al transcurrir el día se nos borra de nuestras mentes.
Algunos de esos sueños son hermosos, tanto que a veces nos sentimos desalentados cuando despertamos y nos damos cuenta que sólo existían dentro de nuestra cabeza. Otros son graciosos o extraños, pero, ¿qué pasa con los sueños horrendos?
Quisiera poder decir que tal cosa como una pesadilla no existe, pero lamentablemente no es así. Esos sueños que inquietan, que te paralizan hasta el punto que despiertas bañado en sudor y preguntando por qué soñarías algo así.
La noche anterior tuve uno de esos sueños y a continuación procederé a contarlo:
Unos amigos (que no conozco en la vida real, pero ya eso será para otro post) y yo fuimos a visitar un pueblo extraño en el que nadie se atrevía a entrar a un viejo laberinto ubicado frente a un mercado. Sin embargo, estos amigos idiotas consideraron una buena idea aventurarse dentro (no entiendo por qué esa manía de entrar a sitios desconocidos en las películas de terror. Poco sentido común, la verdad)
En fin, como había pasado un tiempo y mis amigos no salían del famoso laberinto, que después descubrí le decían "El Laberinto del Diablo", decidí entrar a buscarlos.
Mala idea.
Apenas puse un pie dentro, todo el ruido proveniente del mercado desapareció. Un silencio sepulcral, de esos que hacen chillar los oídos. Me adentré por los estrechos pasillos y los muros de piedra amarillenta, y a medida que caminaba parecía alejarme de todo lo humano y acercarme a lo sobrenatural.
Los muros eran viejos, desgastados, pero aún así eran altos. Mi respiración era agitada y mis latidos le hacían competencia. Llegué a una especie de sala-comedor dentro del laberinto. Había una mesa de madera y una silla, pero la criatura que estaba dormitando sobre ella era todo menos humana. Me aterré al observar un hombre de casi cuatro metros de altura, delgado como un palillo y con pezuñas en lugar de pies.
Corrí lejos de aquella escena y tropecé con dos niños pequeños, de tal vez siete años cada uno. Tanto la niña como el niño estaban vestidos con harapos y bajo sus ojos infantiles se mostraban profundas ojeras. La niña se presentó como sierva del Maestro y el niño me indicó que le siguiera, pues sabía dónde estaban mis amigos.
Otra mala idea.
El niño me había tendido una trampa, pues al seguirle me tomó fuertemente por el brazo, con una fuerza desproporcionada para alguien de su edad. Me mordió la mano hasta hacerme sangrar y dejó una marca que ardía. Con una sonrisa sangrienta, me dijo que tenía una hora para hallar a mis amigos o me quedaría en el laberinto para siempre.
Desperté paralizado por el sueño, aunque afortunadamente pronto me percaté de lo tonto que había sido todo el asunto.
Desconozco el motivo que me llevó a soñar tal cosa, pero espero que no se vuelva a repetir.
¿Ustedes han tenido algún sueño así? ¿Te atreves a contarlo?
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Espero no tener sueños asi.
Un sueño extraño pero lleno de significados interesantes. Si los buscas, los encuentras. Gracias por compartir!