(Imagen tomada de Tomada de )
La crisis mundial lleva tanto a hombres como mujeres a vivir ante el desamparo de un techo. Por lo que no es extraño ver por las calles personas que duermen donde la noche los agarre; debajo de un puente; en una plaza; en frente de una iglesia; alojados en manadas en lugares abiertos a la deriva de la luz de la noche que los cobija.
Muchos emigran a un nuevo destino en busca de mejores oportunidades de vida pero se topan con la despiadada realidad que los envuelve. Vivir de la piedad de pocos se convierte en su más incesante aventura. Así luego se puede ver gente hurgando en la basura a la espera de encontrar una ración que pueda calmar sus crujientes estómagos devorados por el hambre. Más triste aún; escenas de madres con sus hijos a rastras. Llevando tras de sí un destino desolado y triste para el porvenir de esos niños que apenas empiezan a vivir.
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Donde quedan las escrituras con relatos del buen samaritano (Lucas capítulo 10 versículos del 25 al 37) dando ejemplo de cómo extender la mano a quien encuentres tendido en el camino. ¿Es acaso una tarea de cualquiera; de quien se interese; de una comunidad; de un pueblo; o de los gobiernos de turno? ¿Quién da respuestas; quien soluciona; quien se encarga de garantizar un futuro diferente?
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Quisiera que todos ellos tuvieran un final feliz como lo vivió Neale Donald Walsch en su obra conversaciones con Dios quien luego de caer en la desgracia encontró la manera de resurgir entre la verdad y la divinidad.
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Aun teniendo la misma fibra humana muchos viven entre la desolación y la miseria mientras otros gozan en el derroche y la gloria. ¿A qué se debe tanta desigualdad?; ¿cada quien tiene lo que merece?; ¿por qué tanta indiferencia y frialdad entre los humanos terrestres? ¿Será cierto que al igual que el relato bíblico de Lázaro y el rico (Lucas 16:19-31); los pobres entraran en el reino de los cielos o que marca la diferencia? Dejo con ustedes está plegaria que reposa en un cuaderno que escribí con mi puño y letra cuando era niña y hoy la comparto de corazón, para implorar por tantos seres indefensos e inocentes que están expuestos a la crueldad de la vida.
PIDIENDO POR LOS NIÑOS
Señor hoy quisiera pregúntate tantas cosas aunque sé que respuestas no escuchare de tu boca y que tendré que seguir viviendo para encontrar las respuestas en la vida o llevar las preguntas en el fondo de mi alma. Muchas veces el dolor no nos pertenece pero nos adueñamos de él y lo sentimos como nuestro. Hoy me duele el corazón de ver como tantos niños sufren cuando su vida apenas florece.
Niños que podrían llenarte de ternura; alegrarte la vida; que están llenos de inocencia y amor pero ese amor no alcanza para ellos; Porque sencillamente nadie se los ofrece; que su vida es triste y oculta y te duele no poder tenderles tu mano.
Hoy señor pido por ellos; ayúdalos; oriéntalos; hazles sentir tu amor; que estas allí a su lado; su vida es larga son pequeños que se les intenta confundir el camino y que día tras día se les hace difícil ver la luz; siendo cruel la realidad de que muchas personas hacen lo posible para que esta luz este aún más lejos.
Pero solo tú puedes enseñarles y hacerles comprender lo mucho que valen; lo mucho que pueden ofrecerle al mundo; que ellos pueden más que los obstáculos que la vida y que tienen todo el potencial para salir adelante; acabando con la maldad; la miseria y el racismo; que sean capaces de decir hoy lucharé por mi vida; hoy nada me ofenderá; hoy nada me confundirá; y hoy más que nunca se lo mucho que valgo y lo mucho que me quieren algunas personas y si la vida me ofrece tantas oportunidades voy a jugarlas porque sé que ganare.
En tus manos dejo este favor que hoy te pido sé que tu más que yo lo deseas por eso desde tu trono estarás muy cerquita de ellos hasta que logren ver la luz y triunfar en la vida.
MERECEN SER FELICES
(Imagen tomada de )
Se me encoje el corazón al ver estas imágenes de pobreza infantil...
Ver a niños pedir limosma me atraviesa el alma. Unas fotos muy duras Karina.
Te sigo para leernos!
Un saludo. :)
Hola. Si es muy triste. El mundo parece injusto. Definitivamente tiene que haber una razón divina que explique lo que llamamos desigualdades sociales. Pero es doloroso ver el sufrimiento de seres inocentes.