Cuento de hadas

Luego tenemos el día a día con nuestra pareja, y aquí es donde ignoramos los detalles que están formando nuestro cuento de hadas. Puede que no veamos la sonrisa que esboza él la primera vez que nos ve en el día, o como se le dilatan las pupilas cuando nos están observando. Muchas veces pasamos por alto el esfuerzo que está realizando para hacernos “felices” (así a nosotras sólo nos baste el estar con él). No siempre (o nunca) apreciamos el que nos cambie de lado en la cera como signo de protección y detalles así de mínimos son parte de un cuento de hadas, que tal vez no siempre vemos.

El comprar una casa, un apartamento, una choza, lo que sea, ya es el primer paso para lo que será nuestro “castillo”, nuestro hogar. Luego pasan los años, y es posible que vengan los hijos, nuestra descendencia (nuestra). Pasa el tiempo entre problemas pasajeros, alegrías largas, angustias, y todas las emociones que pueda representar el hacer una vida con alguien.

Pasaron los años, pasó la vida, y volteamos atrás y no nos percatamos que nuestro cuento de hadas lo comenzamos a vivir hace décadas y que la base de él fue el tan “cliché” amor , porque no hay cuento de hadas que valga si no se aman los protagonistas, con toda la intensidad que la vida permita.

No es necesario tener todo lo que se muestra en televisión para estar en uno...

¿y tú, te has sentido en un “cuento de hadas” ?

Yo sí…