Capitulo IX
Mabel no miro atrás al salir huyendo de casa..
Solo escapo, sin esfuerzo alguno, por la ventana de su habitación que, a unos centímetros del suelo, daba hacia el norte. A pesar de estar en otro lugar en la cabaña, su abuelo sabía lo que hacía su nieta y en vez de impedirle que partiera lo único que hizo fue sonreír mientras, sentado a la mesa, tomaba un poco de la bebida que había preparado la niña.
Mabel corría tan ligera como su equipaje, solo llevaba consigo el camisón que traía puesto desde la mañana y una cinta que llevaba en uno de los bolsillos del camisón. Se ajustó la cinta en la cabeza y sin desviarse del camino principal siguió andando por el denso bosque. Sus rubios cabellos bailaban con el viento, moviéndose de lado a lado cada vez que daba un paso en ese mar de árboles.
Corrió lo más que pudo hasta que sintió que estaba lo suficientemente lejos de la cabaña. Luego, disminuyo su ritmo y empezó a caminar manteniendo su paso firme intentando coger oxígeno al andar.
En el sendero pájaros arcoíris le hacían compañía, entonando para ella una dulce melodía que a Mabel le resultaba familiar.
Ya está oscureciendo, pensó. Unos kilómetros más adelante, antes que desapareciera por completo el sol azul, encontró la madriguera abandonada de un conejo piel de rubí, lo suficientemente grande como para que ella pudiese pasar la noche. Al amanecer despertó justo cuando el sol estaba por salir y sin esperar, se estiro para alejar la pereza, y siguió adelante.
Sin dificultad, ella sabía dónde encontrar alimento y, de igual forma, se orientaba en el camino donde otros mucho más audaces y con experiencia se hubiesen perdido. En su mente tenia dibujada el mapa del bosque o eso es lo que ella pensaba.
En la vía aparecían bestias feroces que al mirarla cambiaban de carácter, se convertían en mansas bestias. Así de poderosa era su aura de bondad. Casi podía percibirse que ella emanaba de si una tenue luz.
Mabel siguió caminando, durante días, acompañada siempre de toda clases de criaturas que parecían protegerla a donde fuera, cual guardianes místicos.
Solo se detenía en las noches a descansar, lo suficiente para seguir adelante, y en ciertas estaciones del día para hidratarse y alimentarse.
Así mantuvo su ardua marcha, hasta llegar al lugar que había soñado desde que empezó a tener las visiones.
Capitulo X
La vida siempre fue bastante buena con Joel y el en gratitud ayudaba a los demás con sus acciones.
Cuando tenía 16 años, su hermano Joaquín tomo posesión del trono y el celebró sin resentimientos ni envidias, con orgullo y alegría sincera aquella fecha. Al día siguiente compartió su decisión de abandonar su hogar, el Castillo Tornasol, para ir a “socorrer al mundo”, como le dijo a todos con su gesto risueño.
El Príncipe Joel era alto, imponente, con una voz que nunca estuvo acorde a su cuerpo pero si con su alma de niño. Tenía el cabello verde, largo y ondulado, siempre lo llevo a la altura de los hombros. Desde pequeño fue muy hábil para las artes mágicas. Por lo general, en su mochila, llevaba un libro de hechizos con el que practicaba sus encantamientos sanando a cualquier ser vivo. Además que podía pasar horas jugando con sus instrumentos de alquimia. Siempre estaba rodeado de animales que eran atraídas por su espíritu alegre y bondadoso más que por el hecho de que podía comunicarse con ellos.
Cuando Joel se fue de casa empezó a viajar por el mundo recorriendo todos los 12 Reinos sin tener ningún destino fijo. Creando su propia historia y leyenda entorno a él, como siempre lo quiso. Siempre procuraba llevar paz a donde quiera que fuera. Incluso, muchas personas llegaron a pensar que aquel viajero de cabello verde, que una vez paso por sus tierras, era un ángel.
Todas sus “ayudas” estaban guiadas por un pensamiento de un autor desconocido, que una vez leyó en sus libros de magia, de que “todo sucede por una razón”. Aunque a veces no se viera de momento la bondad de sus acciones sino luego, con el pasar del tiempo todo los puntos se unían.
Cuando sintió el peso de los años decidió que era hora de regresar a su hogar pero en vez de volver al palacio encontró la tranquilidad que necesitaba en el bosque, donde construyo una acogedora cabaña con el tronco de un árbol enorme.
Su familia nunca supo su paradero y con el tiempo cayó en el olvido. El único que lo recordaba con amor era su hermano, el Rey Joaquín, pero su esencia desapareció cuando este falleció. Por eso Joel decidió no regresar a casa ni decir nunca que él, el hechicero-alquimista más poderoso de todos, era en realidad parte de la Familia Real.
Disculpen un poco mi demora con este capitulo pues como sabrán el Internet es una maravilla en Venezuela, espero contar con su apoyo aquí el link del resto de esta maravillosa historia ya solo nos falta un post para concluirla.
Capitulos I & II https://steemit.com/cervantes/@akagamicloud/el-principe-capitulo-i-and-ii
Capitulos III & IV https://steemit.com/new/@akagamicloud/el-principe-capitulos-iii-and-iv
Capitulos V & VI https://steemit.com/cervantes/@akagamicloud/el-principe-capitulos-v-and-vi
Capitulos VII & VIII https://steemit.com/cervantes/@akagamicloud/el-pincipe-capitulos-vii-and-vii