Dolores Salamanca masturbó sus personalidades, tejiéndolas con idilio, beso sus miedos y les hizo el amor como a ningún hombre. Dolores no volvió a dormir durante años. Escribió hasta que la piel de sus dedos se deshizo, hasta que sus senos sucumbieron a la ley de la gravedad y sus labios se quebraron por la nicotina. Fue cacofónica al escribir, miope en cuestiones gramaticales, obtusa al narrar y dejó volar las metáforas de sus líneas. Ella terminó convirtiéndose en una hipérbole: mujer frenética, deshuesada por el insomnio, olvidada por la soledad, decrepita y esquizofrénica. Tiempo después, con el pasar de centenares de lunas e inviernos, Dolores Salamanca se quedó dormida. Las anfetaminas, el insomnio, el amor, y quien sabe que otros venenos hicieron que quedara tumbada en una tarde junto al ferrocarril.
By: @agustinagato
Interesante. Algo bukowskiano, no demasiado. Algunos errores ortográficos.