En mi mente se abre el telón.
Entro al lugar de la primera lectura del guión. Es mi primer papel protagónico en una película y vaya que me a costado obtenerlo. Más de 5 rondas de audiciones, entrevistas, pruebas de cámara y vestuario además de interpretación del personaje; logré entrar a las tres finalístas para el papel y quedé como primera suplente. Logro extraordinario para mí considerando mis papeles anteriores…Se le puso fecha al inicio de grabación y en un mes empezaríamos con esta nueva visión que cada vez se iba catapultando como un proyecto en el que todos querían participar.
A una semana de empezar a grabar ya no puedo con la emoción y sucede lo inimaginable, a la actriz asignada como principal le surgió una oportudidad de esas que no se pueden rechazar por lo que ¡Ahora quedo como la protagonísta! Ni yo misma logro mentalizarme todavía. Después de años en pequeños papeles como jardinera, ama de llaves, bailarina exótica, maestra o artísta. Por fin había llegado el momento de representar cualquiera de esos papeles pero en la película en la cual la historia se basara en ellos y no en la profesión completamente opuesta.
Al ser un proyecto en crecimiento, estaba en constante cambio, lo cual le daba un toque de caos teatral al que todos nos veíamos atraídos. Ciertamente creo que en la gran mayoría los actores y actríces adoramos la magia del cine pero añoramos la emoción de la audiencia en vivo en conjunto con la necesidad de improvisación forzada ante cualquiera de los usualmente constantes contratiempos o cambios de último minuto. Eso mismo: Cambios. Esta historia agregaba personajes con historias tan atrayentes que cada nueva lectura de guión todos nos preguntábamos como se las arreglaban los escritores para que siguiera presente el sentimiento de protagonísmo de la ávida Lina.
Pero es que con tal personaje era a su vez díficil imaginar que cabría alguna historia en la cual no sería protagonísta. Con su ingenio, humor, chispa y pícara sonrisa, que hacía parecer los giros más drámaticos algo natural por el simple hecho de que era ella quién los realizaba.
Todo esto era lo que conocíamos por las simples lecturas de la historia aún por concluir, pero que tanto directores como escritores querían empezar a poner en escena de manera de que surgiera por sí mismo un final como ningún otro. Lo que no podía significar otra cosa que el poner de los nervios al todo el equipo de producción y vestuario, ya que tenían que estar preparados para absolutamente cualquier cosa que se les pudiera ocurrir a esas brillantes y en este caso tristemente, demasiado creativas mentes.
Llegó el día, el pequeño espacio que era el único que se había logrado alquilar con el presupuesto inicial. Parecía un toldito de fiesta en día lluvioso debido a la cantidad de personas, que habían sido atraídas por la expectativa después de las primeros pilotos publicitarios. Todos pensábamos que con los nuevos financiamientos se cambiaría la locación a un lugar de mayor tamaño, pero resultó que los directores querían rendirle honor a quienes los aceptaron cuando no tenían dinero, por lo que nadie tuvo nada que decir al respecto.
Una serie de acercamientos a detalles que todavía no se comprendían, porque se utilizarían para el final desconocido de la historia. Movimientos bruscos para poder expresar nuestra pelea constante con la realidad que trataba de infiltrarse en una historia que la desafíaba de una manera casi lúdica. Música original que surgía de los intérpretes elegidos por su capacidad de ambientar escenas sin conocer su contenido y solo reaccionando a lo que sentían a cada momento…
Caída subita del tercer estrato común mental en el que todos los presentes nos encontrábamos sumergidos creando y reaccionando a algo tan superior a nosotros, que no hallábamos como imaginar que lo “real” era aquello a lo que nos habían arrastrado de regreso con esa simple expresión de “Corte”. La cual, si lo piensas bien, como expresión tiene todo el sentido del mundo.
Pasan las semanas y se acerca el momento decisivo. La historia se ha convertido en parte tan vital de la vida de todos los involucrados que simplemente no podemos atrevernos a pensar en que su fin se aproxima.
Cris, el encargado de accesorios me entrega un pesado reloj cobrizo que resplandece tiempo e historia al observarlo. Como ya es costumbre, no tengo indicación alguna sobre que haré con él, o como se involucra con mi personaje o la historia, pero considerando que con tal pieza podría hacerse una película solo para ver sus detalles, no me preocupo y continúo repasando mis recién entregadas líneas para la próxima escena.
Las luces están en posición y avanzo por un ínfimamente cuidado camino de sombras de procedencia dudosa.
Al final, Xi. Mi compañero incondicional en este remolino de inspiración me extiende su mano. No conozco ninguna parte del guión excepto la que acaban de entregarme, por lo que sigo la corriente y conociendo a mi personaje, Lina esquiva su mano con un movimiento grácil y se aferra a su cintura. Mi cobriza herramienta marca las cinco y cuarto. Juntos nos asomamos al borde del puente para el momento crucial, se escucha el correr del agua (¿Cómo lograba diferenciarse entre tal torrente de notas de instrumentos de viento y cuerda?), la pequeña brisa bailaba en la falda de mi vestido azul medianoche haciéndola jugar con los hilos que colgaban del pantalón de Xi. A la distancia, el transporte. Direccionado por Vinte, quien al momento de encuentro desfigura sus bellas facciones y se transforma en una vívida imagen del grito de Munch.
Todo sucede demasiado rápido, Xi me agarra por la cintura y con una fuerza hasta el momento desconocida me lanza al encuentro de los brazos de nuestro amigo, sin comprender trato de elevar un poco mis brazos de manera de no clavarle un codazo a tal velocidad. Trato de voltear para ver que sucede. Hace ya casi 15 minutos que, al menos por mi parte, todo había sido neta improvisación. Vinte saca una pequeña arma antigua y apunta hacia el lugar de donde acababa de caer. Xi no se encontraba a la vista y solo se distinguía una figura cubierta con una capa representativa de nuestros perseguidores. Tapo mis oídos con temor a lo que viene, un apretar de gatillo y un sonido parecído al de pasar las uñas por una pizarra con fuerza suficiente para que sea el único sonido perceptible. Solo que… El sonido que surge de mi lado es completamente diferente, es el sonido de un disparo. La figura indistingible se desploma. Dan no logra que Vinte tenga otra expresión diferente a la del asombro y ambos nos miramos en un instante de pánico y apoyo tratando de encontrar respuesta en la versión del guión que el otro conocía. Agarro su mano y saltamos a la orilla en tinieblas.
espero que haya sido de su agrado. Me encantaría leer sus opiniones.
Un abrazo, y ¡nos seguimos leyendo!
Adri
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