“¡Dios me libre de enemistades de amigos!”
¿Amigos o enemigos? La historia atestigua ambas cosas. Intercambio de elogios desmesurados entre ellos, llegó Cervantes a definirlo cómo "monstruo de la naturaleza", a causa de su genialidad literaria y sus frecuentes amoríos.
Amigos desde su juventud, el "manco de Lepanto" y el "Fénix de los ingenios" poseían lo que el otro necesitaba; Lope de Vega es un joven triunfador, vanidoso, amado por las mujeres, alcanza una rápida gloria en el mundo teatral. Cervantes, por su parte, es introvertido, apenas tiene para sobrevivir, aunque se sabe mucho más intelectual que su adversario.
Sus dimes y diretes reflejados en poemas, comedias, sonatas, son una crónica de la contradicción humana: no disfrutamos de lo que tenemos mientras anhelamos lo que no hemos alcanzado. Cervantes siente celos de la fama de Lope de Vega mientras este envidia la intelectualidad de su amigo; en cierta ocasión, Lope de Vega escribió en la portada de uno de sus libros, adjuntándole una imagen de la estatua de la Envidia: "Quieras o no quieras, Envidia, Lope es o único o muy raro".
Aquello enfureció al genio de Alcalá de Henares, respondiendo no tan diplomáticamente "Como las comedias se han hecho mercadería vendible dicen y dicen verdad que los representantes no se las comprarían si no fuesen de aquel jaez y así el poeta procura acomodarse con lo que el representante que le ha de pagar su obra le pide".
Vivieron en la misma calle y compartieron las mismas tertulias Lope siempre fue un némesis para Cervantes, aunque en mi opinión lo envidiaba por su capacidad intelectual al punto que, como yo, muchos sospechan que aquel quijote apócrifo titulado "El Quijote de Avellaneda", atribuido al licenciado Alonso Fernández de Avellaneda fue realmente un pseudónimo bajo el cual el mismísimo Lope de Vega se dio el gusto de escribir "su quijote".
Asumiendo que Cervantes nunca superó, artísticamente hablando, a Lope de Vega en vida, después de muerto si que fue y sigue siendo mucho más célebre. Por aquellas ironías de la historia, Félix Lope de Vega y Carpio muere en Madrid, en la casa número once de la Calle de Cervantes...la sombra de la figura cervantil lo acompañó aun después de la muerte. Bendiciones
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