Cómo enfrento los momentos difíciles. Una reflexión personal.

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En más de una ocasión me han cuestionado sobre la capacidad que tengo para mantenerme ecuánime ante una situación crítica, sea del área de nuestras vidas, que sea: familiar, profesional, personal. La respuesta es sencilla y poderosa a la vez: respiro. Así es, esa es la forma sutil y efectiva que empleo para poder enfrentar con amor esos momentos difíciles a los que llegamos en más de una ocasión.

Cuando en la vida nos encontramos en una situación crítica que vulnera nuestra paz y equilibrio del ser, debemos tener la capacidad y habilidad de procesar esos momentos difíciles. Para tal fin, la respiración guiada que nos conecta a un proceso de meditación es clave. Al controlar nuestra respiración, podemos liberar todo tipo de pensamiento. Todo empieza a fluir de acuerdo a la luz divina.

De esa manera es cómo podemos llegar a un estado contemplativo que nos dará la fuerza espiritual y amor sublime, para enfrentar aquellos momentos críticos que buscan, por su propia naturaleza; destruirnos. Cuando empezamos a controlar nuestros pensamientos, nos debemos preguntar sobre la gravedad del mismo. ¿Qué tan grave es lo que nos está pasando? En ese estado contemplativo la luz iluminará nuestra mirada: distinguimos las debilidades y fortalezas de la situación.

Debemos tener plena conciencia de aquello que nos lastima y atormenta, estoy de acuerdo. Solo que es necesario hacerlo como un proceso de reconocimiento respecto a la verdadera naturaleza del problema, no para analizar ese momento doloroso y auto flagelarnos de manera insistente. Lo que en realidad debemos hacer es enfrentar lo que nos lastima guiados por una luz divina que todo armoniza.

Un ejercicio que aprendí a desarrollar en los años de mi infancia es el de respirar para que mis pensamientos fluyan. Lo aprendí en aquellos momentos previos a lo que parecía eran interminables operaciones quirúrgicas (llegué a catorce visitas al quirófano). En esos momentos, madre, me tomaba de la mano y me guiaba en un proceso de respiración-meditación.

Esto me ha permitido tener claridad en mi pensamiento y tomar plena conciencia de las situaciones críticas a las que me he enfrentado. Y como desde siempre me he amado la palabra como tal, cada momento doloroso lo resumo en una pequeña frase. Esto lo hago para distinguir, eliminando todo factor de interpretación, para llegar a la definición pura del problema (reto), entendiendo lo que verdaderamente está sucediendo.

Voy creando un inventario de todo eso. Enumero todas aquellas causas que provocan determinada situación crítica, tratando, en un esfuerzo de honestidad y humildad; delimitar aquellas acciones que llevé a cabo que alimentaron ese acontecimiento que me causó dolor. Paso del reconocimiento a asumir mi propia responsabilidad en esta situación.

Llegado a ese punto, me perdono y perdono a los demás. Así empiezo a soltar todo aquello que me asfixia, empiezo a fluir, a ser libre. Sano mis heridas emocionales. Es así como he podido vencer obstáculos, porque los confronto inteligentemente y con amor. Jamás los evado ni alargo: suelto.

Finalmente, la luz no solo ilumina mi camino sino que irradia mi propio ser. Soy desde ya un espíritu que refleja un amor inagotable a mis semejantes. Soy amor, gracias.