Alarmismo y expertos

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Dicen que el ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra, y hoy lo vemos más claro que nunca. Habría que remontarse al mes de enero para acordarse del coronavirus como algo ajeno, lejano y de poca importancia. Un simple resfriado más leve que una gripe, nos repetían una y otra vez. Wuhan, una ciudad de once millones de personas ya estaba confinada, veíamos las imágenes, escuchábamos los relatos de españoles que quedaron allí aislados, vimos construir un hospital en días para poder hacer frente a todos los enfermos, pero todo eso no iba con nosotros. Con algunos. Lo veíamos y escuchábamos, pero no asumíamos la gravedad de lo que venía. ¿Cómo iba a ser un simple catarro cuando China pone en cuarentena a millones de personas y construye hospitales? Porque nos lo decían aquí nuestros «expertos». Y es que no hay término más demonizado en toda la crisis que este. Un vocablo que servía de aval para las declaraciones y opiniones del tertuliano de turno. Un cheque en blanco que dotaba de cierta rigurosidad a las palabras de periodistas y políticos. Pasaban las semanas y el coronavirus seguía copando la actualidad y las cifras aumentando, pero «solo se mueren personas mayores», o «anda que no se muere gente de gripe» eran los argumentos repetidos hasta la saciedad para restarle trascendencia al resfriado.

«Italia suma 7.375 casos y 366 muertes por coronavirus». Este titular, con fecha de 8 de marzo empezaba a despertar ciertas voces que entendían que nosotros éramos los siguientes. El virus ya estaba aquí. Pero nuestros tertulianos, convertidos en epidemiólogos en aquellos días, nos repetían que no había que tener miedo y que el verdadero virus era no se qué. Se empezaban a ver mascarillas por la calle, mientras en programas de televisión se aseguraba que iban a darse besos para no caer en el alarmismo, el segundo término más utilizado al comienzo de la pandemia. Qué paradoja, que quienes insistían en no alarmar, declaraban el Estado de Alarma horas después.

El coronavirus estaba transmitiéndose por todo el territorio. Había entrado por tierra, mar y aire durante semanas en las que quien instaba a hacer controles sanitarios en los aeropuertos o cerrar fronteras con China e Italia era tachado al momento de racista. Es un problema grave que se antepusieran marcos mentales ideológicos a la salud pública.

«Al llegar de una zona de riesgo puedes hacer vida normal, si no tienes síntomas no es necesario tomar medidas». Estas fueron las recomendaciones del ministerio de Sanidad al comienzo de la crisis. Otros mensajes por el estilo dados fueron que las mascarillas no servían para nada o que aquí habría algún caso aislado. Todos veíamos ya los vídeos de furgones policiales en Italia con megáfonos por las calles y todo el mundo encerrado en casa, pero aquí eso no iba a pasar. Teníamos más de mil casos, decenas de fallecidos, testimonios de médicos contando lo que pasaba en hospitales madrileños, pero no. No había que caer en el alarmismo.

Cuesta, y mucho, comprender ese afán por tratar el tema con la menor importancia posible, siendo no los primeros ni los segundos y cuando era ya evidente que íbamos a ser los siguientes, que las cifras no iban a hacer otra cosa distinta que en Italia o China, y más aún cuando otros países estaban tomando medidas súper drásticas y no eran capaces de contenerlo.

Hoy, cuatro meses después, adentrándonos en esta nueva forma de vivir, y conociendo los rebrotes sucedidos en China y Alemania se reabre el tráfico aéreo y las fronteras terrestres. Hemos conocido, que el protocolo que se habrá estudiado durante todas estas semanas por todos nuestros comités de expertos, véase la ironía, consiste en un control visual y rellenar un formulario a la llegada en Barajas. Sí, un control visual. Me parece que se nos ha ido un poco de las manos lo de llamar héroes a los médicos y enfermeras y dotarles del poder de diagnosticar casos asintomáticos de coronavirus mirando la cara que trae el viajero y la sensación que le da. Es una auténtica broma y lo pagaremos, volvemos a tropezar por enésima vez. Se puede saber y se sabe.

Junio 2020

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