Mirta se llamaba aquella mujer de 83 años, de mirada intensa, piel amarillenta impregnada con un olor a cigarrillo y café.
Aquella mujer que al pasar con su par de canes, dejaba un destello de tristeza y desprecio.
Eran poodle lo recuerdo muy bien, pobres puddles, se les notaba en sus ojitos aquella vida miserable que les tocó vivir con esa mujer, que a las apuradas los paseaba para ella poder llegar a su destino con prisa, sin permitir a los canes hacer sus necesidades, pobre de ellos, que no podían para ni 3 segundos en un arbusto. Todos al pasar sentian compasión por el par de canes, que próximamente recibirían un cambio inesperado en su vida.
A Mirta le gustaba dormir con sus perros, a veces los utilizaba como almohada.
Una mañana Mirta no despertó.
Murió tan rápido, una mujer relativamente sana acababa de fallecer sin motivos, hasta que la autopsia dio sus resultados.
Muerte por paro respiratorio, se analizó y se extrajo de sus pulmones y estómago una bola de pelos que estaba pegada a sus organos, pelo de perro, precisamente de poodle, la mujer habia tenido tantos poodles de tantos colores y tamaños, que al dormir con ellos no notaba que almacenaba dentro de si, un pequeño recuerdo de cada uno, y así murió Mirta, siendo parte de sus poodles.
En sus pulmones se encontraron pelos negros, blancos, marrones, grises... Le gustaban los poodles a Mirta, pero Mirta no sabia cuidar bien sus poodles.
CUIDE A SUS ANIMALES SI NO QUIERE TERMINAR COMO MIRTA.
Adiós Mirta.