Muchas veces tenemos la debilidad de pensar por qué rezamos. La debilidad es algo propio de todos nosotros, no somos máquinas, pero debemos que tener el cuidado suficiente de que esa debilidad no controle nuestras vidas. Ahí es donde radica el verdadero problema, es dejar de controlar nuestras propias vidas.
Hay que estar con los ojos abiertos para ver estas debilidades, reconocerlas y afrontarlas. ¿Cómo sabemos que tenemos los ojos abiertos? Pues cuando nos planteamos nuestros actos, y los analizamos desde la reflexión profunda sin influenciarse por sentimientos. Este es un ejercicio que pocas personas pueden hacer, el autoanálisis y reconocimiento de us imperfección. Habiendo dado este paso, el siguiente es afrontar nuestros actos y cambiar aquellos que no creamos que sean totalmente cristianos.
Id paso a paso y rogad a la Santa Virgen María que os guíe en cada paso que dais.
Que Dios esté en vuestros corazones.