Sin duda alguna, el escritor colombiano ganador del Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, es uno de los nombres más reconocidos en el continente y el mundo. Incluso aquellos que no han leído sus llibros saben quién es, porque es referente cultural en nuestra región. Películas, obras de teatro, canciones, en muchos lugares aparece su nombre o algún elemento relacionado con sus obras y por eso su mención nos resulta familiar.

Parte del encanto de la escritura del Gabo es su naturalidad al narrar, pero también el uso que hace de palabras sencillas. Es cierto que Cien años de soledad puede resultar un poco difícil de seguir para el lector no iniciado, pero la incomprensión se debe a factores ajenos al lenguaje. Algunas otras de sus novelas son más cortas y más sencillas de entender, como es el caso de El coronel no tiene quien le escriba, Del amor y otros demonios y la celebrada Crónica de una muerte anunciada. Sin embargo, de entre todas sus novelas, creo que la que se lee más rápido, a pesar de ser una de las más extensas, es la romántica El amor en los tiempos del cólera, que cuenta la historia de amor entre Fermina Daza y Florentino Ariza, desde su adolescencia y hasta la vejez, pasando por un sinfín de hechos, acercamientos y separaciones. La novela, como las demás del Gabo, está repleta de frases que suenan bonito y que además tienen significados increíbles. En la lectura que hice de ella apunté un sinfín de estas frases y hoy les quiero compartir una de las que más me gustó por lo sencilla y por la reflexión que encierran esas pocas palabras:

"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos"

Esa es la razón por la cual, cuando hemos perdido a alguien a quien amamos (distancia, muerte, o alguna otra razón), conforme va pasando el tiempo, nos van quedando sólo los recuerdo amables, los bonitos, comenzamos a aferrarnos a esos pequeños momentos, a esas sonrisas pasadas, como una manera de no perder a ese alguien. Nos cuesta dejar ir aquello que amamos, aquello que nos hace felices. Sin embargo, los recuerdos negativos asociados a esa persona van mitigando, o si se resisten a desaparecer, de pronto los juzgamos con otra óptica, reconocemos dentro de aquel regaño cierta bondad, cierto amor; nos damos cuenta de que quizás se nos ofendió duramente, pero fue algo del momento, la persona no lo quería decir realmente y de alguna manera la mente se las arregla para embellecer el recuerdo de esa persona, enfatizando esa creencia de que, en retrospectiva, todo parece más sencillo de soportar, todo parace mucho más amable. Ni qué decir de los momentos hermosos, que se cuentan como si se relatara una película de Hollywood o se leyera una novela de Federico Moccia.

Ahora bien, sin necesidad de haber perdido a esa persona, la memoria puede mostrarse también amable. Dentro de una relación de pareja, familiar, de amigos, podemos escuchar cosas del tipo "es que me caía muy mal al inicio, no le soportaba", pero ahora, desde el futuro de aquel momento, se cuenta entre risas, como una anécdota más y no con la carga emotiva que pudo haber tenido en el momento. Los ojos del amor han embellecido los recuerdos asociados a esa persona y hacen que aquel pasado no parezca tan erróneo.

Sin embargo - y sé que muchos lo deben estar pensando - ¿siempre es así? No. Como complemento a la idea del Gabo (y no a su frase que está perfecta) quisiera añadir que muchas veces sucede exactamente lo contrario: los momentos bonitos se minimizan y se maginifcan los negativos. Es lo que puede hacer un corazón dolido, decepcionado, roto. Un buen ejemplo de ello lo vemos en la película 500 days of summer, cuando se compara la percepción que tenía el protagonista de ciertos detalles de su amada al inicio y al final de su relación, lo mismo que la gustaba antes, ahora le parece horroroso. En ese caso, siendo el dolor el responsable, ¿aún se puede hablar de memoria del corazón? Yo creo que sí porque, porque eventualmente, ese dolor mitigará, ese corazón sanará y encontrará cierta belleza en todo que alguna vez condenó, sólo está un paso por detrás de quienes, como en la frase del Gabo, poseen una memoria amable con sus seres amados. Por último, sabiendo que este juicio posterior, más ambale, es una especie de modificación del pasado, ¿aún así creen que es mejor que la memoria funcione de esta manera? ¿o les gustaría recordar todo tal cual, lo bueno, lo malo, todo con la misma intensidad con que se vivió? Los leo en los comentarios.