Desde muy niña me ha gustado mucho la música, la escucho y la disfruto detenidamente, no sé si con el mismo agrado que lo hace cualquier persona, pero creo que la disfruto profundamente.
Y en esos años de infancia, recuerdo con mucho amor aquella caja mágica, de enormes cornetas y múltiples botones que me conquistó profundamente, esa caja misteriosa, de donde salían hermosas voces que me hablaban y me cantaban sin que pudiera verles el rostro... era la radio.
La radio es un invento muy antiguo, pero uno de los más necesarios, ha sido instrumento educativo, ha servido para entretener, para divertir y en mi caso particular, ha sido un recuerdo de compañía, pues cuando mi madre y mis hermanos se iban a sus quehaceres, yo quedaba sola en casa, escuchando voces maravillosas que me transportaban a otros lugares. A través de esa caja mágica que tanto me inquietaba, pude armar mi repertorio musical, pude también construir hermosos recuerdos alrededor de ella, y muchas de mis fantasías.
Recuerdo mucho esas hermosas historias que narraba mi mamá acerca de su tío Rafael, quien fue educador a través de la inolvidable y famosa Radio Sutatenza de Colombia. A través de esta emisora, mucha gente aprendió no sólo a leer y a escribir, sino muchos otros conocimientos que les sirvieron para progresar en la vida. Y hablando de Colombia, recuerdo que mi mamá tenía lo que llamaban un radio transistor, con unas teclas de colores y espacio para un cassette, donde a veces yo escuchaba junto a mi mamá la radio Colmundo Cúcuta, que en ocasiones hacía transmisiones desde Bogotá, y me parecía fascinante estar viviendo en Venezuela, y escuchando radio de Colombia, con sus acentos tan lindos y su música de Garzón y Collazos.
Siempre me pregunté dónde estaba esa gente que hablaba o que cantaba. A veces en secreto revisé por todos lados, aunque nunca me atreví a usar un destornillador por temor a que no pudiera armar dicha cajita como era debido y me metiera yo en un lío tremendo que desatara la furia de todos en casa, después de todo había que cuidarla, pues ¿Qué iba a ser de mi mamita sin Julio Iglesias, y de mis hermanos sin Eros Ramazzotti y Gun’s and Roses?
De mi país nunca olvido la voz masculina más hermosa que tuve la oportunidad de escuchar (Después del desaparecido Renny Ottolina, a quien nunca pude escuchar en vivo) hablo de Don Tomás Enriques, quien con su voz dulce pero de sonido grave, me podía tener largas horas pegadita a las cornetas, mientras aprendía nuevas palabras que apuntaba para buscar en el diccionario y ampliar mi vocabulario.
Esas voces hermosas de Elba Escobar, César Miguel Rondón y el doctor Pedro Penzini Fleury que se han grabado en el alma de cualquier venezolano, y que se hacen inolvidables, así estemos viviendo en nuestro país o no.
Mi llegada a la radio fue más casual que planificada, pero sólo Dios sabe lo que sentí a mis 20 años, cuando estuve frente a los micrófonos de Vital 1190am-100.3fm y pensé que quizás mientras yo hablaba, habría algún niñito inspeccionando de dónde saldría mi voz. Muy afortunada me siento de haber aprendido tanto de Salim Bestene, Alirio Sayago Martínez, Alan Ruíz y demás personal fabuloso de dicha emisora. Cuando hablo de Vital (Actualmente Radiodifusora Cultural del Táchira) no me quedan sino palabras de amor y gratitud, pues desde Coromoto, la señora de mantenimiento, hasta Luis Enrique Borges Acosta,su director del momento, puedo decir que fueron todos mis maestros desde el amor y la paciencia.
Cuando estaba cursando periodismo informativo, mi profesor me dijo con un brillo en los ojos que a leguas se notaba que la emoción le brotaba del alma, una frase que nunca olvido: “Amo la radio, porque tiene demasiado alcance, gracias a ella, puedo llegar a los lugares más recónditos”
Muchos años después, y también sin planearlo, celebro hoy desde la Red Amiga de Emisoras Comunitarias de Norte de Santander RADAR, el Día Mundial de la Radio, sabiendo que en cada municipio de este hermoso lugar, hay alguien poniendo su granito de arena para una mejor convivencia y para construir una Colombia mejor. Hoy puedo decir nuevamente que soy muy afortunada al contar con dos maestros que me aman como si fuesen mis padres, que cada día me estimulan y me enseñan algo nuevo, Don Carlos Helí Guevara y Doña Martha Isabel Martínez Gamboa,así como mi gente de Vital, también desde el amor y desde su paciencia.
En este día comprendo más que nunca, que aunque exista el cine, la televisión, internet, los celulares y toda tecnología que esté por venir, la radio nunca perderá su lugar en nuestras vidas, ni en nuestra historia, pues es la compañía de la niñera, el apoyo de los conductores, médicos y vigilantes durante su jornada, es la voz de esperanza del enfermo, el recluso y el secuestrado. Es el enlace entre los enamorados, es la plataforma de los nuevos talentos, y es el lugar donde los niños que alguna vez fuimos, empezamos a desarrollar nuestros sueños.
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