A principios de marzo fue presentado el Frente Amplio Venezuela Libre, conglomerado que reúne a diferentes sectores de la sociedad civil y se propone trabajar unitariamente más allá de los partidos para rescatar la democracia y encaminar al país hacia una transición de gobierno y a un cambio de modelo político.
En este movimiento de carácter nacional participan gremios como Fedecámaras, sindicatos, universidades, estudiantes, miembros de la iglesia católica y asociaciones cristianas, además de representantes de partidos políticos opositores y dirigentes del llamado chavismo democrático.
Diversos analistas se han preguntado si esta nueva plataforma es el camino adecuado para enfrentar la crisis democrática. “En política hay cosas que pueden ocurrir, porque está bien que ocurran, pero que en ocasiones no se dan en el momento correcto” es lo primero que advierte Sócrates Ramírez, historiador de la Universidad de los Andes (ULA), coordinador de investigación del Centro de Estudios Políticos de la UCAB y exdirector de Investigación y Asesoría Histórica de la Asamblea Nacional.
Ramírez expresó sus opiniones sobre el futuro de esta recién nacida iniciativa de la sociedad civil.
¿Qué podemos esperar del Frente Amplio?
“En primer lugar que tenga un objetivo concreto, definido, que pueda llevarlo en buenos términos y de manera rápida. Porque en la medida en que ese objetivo se dé en un tiempo muy prolongado van a aparecer fracturas, inconformidades, dificultades que ya hemos visto anteriormente en organizaciones precedentes como la Coordinadora Democrática o la Mesa de la Unidad Democrática, que reunían solo a partidos políticos y en las que había muchas controversias y discusiones para llegar a acuerdos; podemos imaginar las diferencias que pudieran encontrarse en una organización en la que, además de partidos, convivirán organizaciones con fines que no son esencialmente políticos, sino sociales, académicos o económicos. Otra cosa que considero debe intentar resolverse en un cortísimo plazo son los mecanismos de funcionamiento interno de ese frente amplio, porque los actores que lo conforman tienen temores naturales. Por un lado, los partidos pueden tener el temor de verse soslayados por organizaciones que no tienen sus propios criterios, de que el Frente Amplio se les salga de sus manos y que, tal como ocurrió con la experiencia de 2002-2003, esta organización se convierta en una en la que otro tipo de actores tomen la batuta del contexto político. Por su parte, los sindicatos, el empresariado y los estudiantes pueden sentir el temor de estar siendo invitados a una fiesta donde serán eso solo eso, los invitados y no los actores que puedan tener peso en las decisiones que se toman. Entonces debe haber equilibrio en el planteamiento de las acciones y decisiones”.
¿Qué le va a dar estabilidad a este frente?
“Pues el acuerdo, el establecimiento de límites donde cada quien sepa cuál es el papel que le corresponde y cuál es el objetivo que debe cumplir. Si esto no se da, vamos a estar otra vez frente a un buen intento de organización pero un intento inestable”.
¿Qué se debe evitar para que no fracase?
“Se debe evitar el sectarismo entre los partidos y entre los sectores que desean participar. En la medida en que exista una narrativa que promueva la inclusión, que propicie limar asperezas, que busque el equilibro entre las propuestas que hagan estos sectores de la sociedad civil venezolana creo que se estaría caminando en la dirección de darle cierto piso a este frente. Casi todas las organizaciones con intenciones políticas nacen en situaciones de mucha fragilidad y este no es un caso distinto”
¿Qué papel debe jugar la sociedad civil para que esto funcione?
“El primer papel que debe asumir la sociedad civil es organizarse, hay esfuerzos de diversa naturaleza que se están haciendo, que van desde lo social y desde lo humanitario hasta lo político. La sociedad civil debe tener representantes para que lleven su vocería a estas discusiones. Esto es un proceso sumamente complicado, que aunque uno espere que sea rápido, más bien va a ser lento, difícil. Sobre todo porque en aras de querer hacer el bien hay muchas definiciones sobre la orientación de ese bien y el tiempo se nos puede ir en debatir cuál es la mejor estrategia. La sociedad venezolana debe disciplinarse en la estrategia que decida el Frente Amplio y esa debe ser al mismo tiempo casi la principal preocupación de este frente: trabajar en una estrategia política por la democracia en Venezuela. Si vamos a votar, no puede ser por un simple voluntarismo de votar, sino que debe existir una estrategia política para la defensa del voto y para la denuncia del fraude (si este fraude ocurre, que es muy probable). Si no se va a votar, eso no puede ser por el voluntarismo de no ir a votar, eso debe ir acompañado de una estrategia que le diga a la población qué vamos hacer en caso de no ir a votar”.
¿Cuál es la actitud que deben tomar los partidos políticos frente a los sectores de la sociedad civil que conforman esta plataforma?
Yo creo que su papel debe ser el de aceptar que no habrá posibilidad de una vuelta a la democracia si no se escucha, si no se dialoga con el resto del país que no necesariamente milita o no está activamente involucrado con estos partidos. Los partidos políticos deben hacer una lectura muy detallada de cuál es su situación interna, la cual es de mucha debilidad y desorganización, como consecuencia de un conjunto de decisiones que se han tomado y que no se han tomado también. Deben aprovechar este momento para dejarse tender la mano y, al mismo tiempo, reorganizarse internamente, para acompañar al resto de fuerzas democráticas en esta lucha por el restablecimiento de las libertades”.
“Ojalá hubiese una fórmula matemática, como muchos ansían, para salir de esta locura. La realidad es que no hay un camino, que tenemos que construirlo en conjunto. La experiencia histórica muestra que cuando vastos sectores de la sociedad venezolana logran ponerse de acuerdo (sacrificando ambiciones en pro del destino común) la tiranía cesa”. Laureano Márquez
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