¿Hasta qué punto es confiable el ejercicio del voto como expresión genuina de democracia, en Venezuela?
Sin duda, en la Venezuela democrática, próspera y protagonista en la elección de sus gobernantes, hasta el inicio de esta pesadilla que hoy representa la quinta república, el voto constituyó el arma letal del pueblo contra el gobierno que hubiese transgredido el espíritu de esa voluntad popular. Existía un mecanismo que le permitía a las masas, rechazar o apoyar, de manera contundente, en términos de credibilidad al gobierno de turno. Hubo, en alguno que otro proceso electoral, inconsistencias en cuanto a las actas y a los votos, pero nada comparado con el exceso de vicios que hoy comprometen seriamente la transparencia del proceso.
Un CNE, cuya máxima autoridad hace buen tiempo debió ser renovada y que paradójicamente es afecta al partido de gobierno. El mismo integrado por cinco miembros, de los cuales, 4 son simpatizantes del oficialismo y solo uno de ellos representa la oposición; una correlación de fuerzas muy dispareja con evidente ventaja para el partido de gobierno.
Las elecciones son convocadas por un ente elegido de manera ilegal; la ANC, organismo que representa una Asamblea Nacional paralela, a quien el gobierno, desde el mismo inicio de su juramentación, se ocupó de neutralizar a ultranza, con el apoyo del TSJ, también adepto a su causa. Por otro lado, el gobierno inhabilita políticamente a los líderes con mayor fuerza dentro de la oposición para impedir tener un contendor que pudiera representar un riesgo para sus mezquinos intereses.
Venezuela se encuentra ante un escenario que no reúne las garantías mínimas para acudir a un proceso electoral, en el que todos sabemos cuáles serán los resultados. En este contexto, se impone la cultura de la abstención, como único elemento válido para rechazar categóricamente las descaradas pretensiones del gobierno de turno. El silencio expresado en la abstención de los votantes, sería una lección bien interesante y a la vez insumo primario para que la comunidad internacional en pleno, se pronuncie enérgicamente.