Estoy de pie frente al mar, y a mi lado está él.
Aunque el mundo se cae a nuestras espaldas,
el mar parece estar intacto,
se esfuerza por mantenerse hermoso ante nuestros ojos para darnos la señal de que nuestro amor es el más real.
El suelo bajo nuestros pies comienza a caerse pero él toma mi mano y yo le sonrío y entonces,
todo está bien,
él no tiene miedo y yo lo tengo a él.
Se cae por completo el suelo y una ola viene en nuestro rescate,
el mar a toda costa quiere mantener vivos a estos amantes.
El mar, enfurecido con el mundo por intentar derrumbarnos,
hace un desastre para regañarlo.
En vista de que el mundo no se detiene y el mar tiene el deseo de ver a sus amantes favoritos moverse al compás de sus olas uniendo su cuerpo,
nos da la fuerza para volar con la única condición de que estemos siempre juntos.
El mar sigue luchando con la tierra,
ganando un lugar para nosotros y entonces comenzamos a elevarnos y él besa mi frente y me abraza.
No nos damos cuenta pero estamos tan arriba que nos alejamos del planeta y extrañamente podemos respirar, llegamos entonces a la luna e imitamos el movimiento de las olas del mar,
a ratos lentas, calmadas y amando,
a ratos enfadadas, fuertes, gritando.
Yo me siento fuera del planeta y él siente que está tocando la luna,
entonces siento que la tensión se alivia y ambos nos besamos en medio de un gemido.
Cuando abrimos los ojos nos damos cuenta de que no fue el mar, ni la luna, ni la tierra,
y nunca, nunca salimos del planeta,
solo estábamos haciendo el amor.
Escrito por: Michell Tique
