Me quedé detallando al infinito.
Contemplándolo como si cada situación arrastrara un hilo tras ellas,
la autopista de eventos que nos trajo a un abrazo virtual una tarde noche de abril.
Perdí la pasión, o mejor dicho, aumentó a tal grado
que se salió de la cárcel tridimensional donde vivimos
y pum, se escapó, como un chorro de tinta esfumándose en un incomprendido Teseracto
o qué sé yo, si sólo está migrando en mi memoria sensitiva
o ya no soy la nena dueña de toda la ilusión de mi casa.