Cuando estuve en el bachillerato, recuerdo haber conocido una muchacha sumamente madura e inteligente para su edad que sacaba muy malas notas. Yo académicamente tampoco he sido una luminaria, pero en una ocasión estuvimos juntas conversando al respecto y ella me reveló algo que para ese momento yo no sabía DOS PUNTOS “Las calificaciones no siempre son el reflejo de tu inteligencia”
Recuerdo que para esa época siempre escuchaba los comentarios de mi madre y sus amigas acerca de lo maravillosos que eran sus hijos porque sacaban 19 y 20 en los boletines, en un inicio los comentarios eran hirientes, pero con el tiempo empecé a abrir los ojos a la realidad y a darme cuenta que de todos esos hijos espectaculares, muy pocos sacaban las mejores notas porque en realidad fueran académicamente buenos.
En primaria tuve una compañera que estudiaba en extremo, porque sus padres la complacían en todo si sacaba buenas notas, de modo que ella se esforzaba grandemente para poder manipularlos a la perfección y obtener los regalos más caros e inusuales para una niña de su edad.
Tuve un compañero tan bueno, tan bueno, que hasta figuraba en el cuadro de honor, pero lo que sus padres no sabían es que se copiaba para salir bien, y que además llevaba una doble vida, porque en casa era un ángel, pero en realidad se drogaba.
También conocí las niñas mimadas que sus padres les consagraban todo su tiempo al estudio, y llegaban a los 18 años, totalmente dependientes como si fueran pequeñitas, al punto que muchas se iban de universitarias a sufrir lo indecible porque no sabían ni siquiera freír un huevo.
No olvido las comparaciones odiosas de las que fui objeto muchas veces. Llegué al punto hasta de reírme, porque cuando me decían que fulanita tenía 16 y ya iba a entrar a la universidad, yo sólo pensaba: “Si supieran que fulanita la dejan sola en casa por un día y se muere de hambre” porque sí, es muy importante el rendimiento académico, no estoy diciendo lo contrario, pero el sistema muchas veces se enfoca en cultivar promedios, y no habilidades para la vida.
Muchas de esas personas, salen del liceo, sin saber qué desean realmente en la vida, no saben cómo resolver un conflicto, no tienen fuerza de voluntad para decir un "no"de forma contundente. No estoy despreciando con este escrito a la gente que en verdad se esfuerza por estudiar, recordemos que sí hay seres que les encanta aprender cada día algo nuevo y disfrutan aunque suene extraño, de estudiar a fondo un libro de texto, pero a muchas de esas personas, se les ve a veces surgir intelectualmente, pero no emocionalmente. Este tipo de casos se refleja, en las mujeres que tienen posgrados, pero soportan violencia intrafamiliar, los hombres que a lo mejor con todo un potencial académico, pero no se gradúan nunca porque tuvieron quizás una pérdida en su vida personal(llámese novia o algún familiar fallecido) sintiendo que por esta causa su vida pierde el sentido.
Pienso que además de enseñarnos a estudiar, es muy bueno que nos enseñen a valernos por nosotros mismos, que nos dejen cultivar una actividad que nos apasione, que se nos enseñe a valorar y a respetar a los demás, a conocer que muchas cosas cuestan y es preciso cuidarlas, pero sobre todo que se nos diga que somos muy inteligentes, que podemos aprender cualquier cosa que deseemos, y sobre todo que somos únicos e irrepetibles.
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