Luto y fortaleza
No en vano dicen que en esta vida todo tiene solución menos la muerte.
Cuando muere un ser que amamos profundamente sentimos un dolor que nos traspasa el alma y nuestro corazón se rompe en incontables pedacitos de frustración al perder para siempre a aquella persona tan especial que acariciaba nuestro ser con cada mirada.
¿Qué puede doler más? ¿Saber que jamás podremos volver a verle? ¿Ese montón de palabras que siempre quisimos decir y no pudimos? ¿El hecho de que estemos aquí y ellos no? ¿Cómo pedirle al alma que no llore por tantas ausencias?
Quisiéramos estar en paz, sabiendo que quien murió se marchó a un lugar mejor, en donde se encuentra la paz y la armonía que todos buscamos… Pero en lugar de pensar así, estamos aquí sufriendo, pensando en el dolor que sentimos y derramando las lágrimas más amargas que nunca pensamos derramar.
¡Cómo nos gustaría devolver el tiempo y hacer tantas cosas que podrían amilanar la tristeza y pesadez que hay en nuestro corazón!
Sabemos que algún día la muerte llegará, sea por el inefable paso de los años o por los desventurados accidentes y enfermedades que acontecen. Pero nunca estamos preparados para vivir sin aquella persona dueña de nuestra alma, ello es como si te pidieran que empezaras a morir en vida, que visualizaras lo que desearías que nunca pasara.
¿Cómo frenar aquel oscuro vacío en el que caes cuando ves el lúgubre féretro? ¿Cómo calmar al espíritu cuando tras ese frio vidrio ves a la persona que tantas veces viste sonreír? ¿Cómo borrar las esperanzas de creer que fue una equivocación cuando ves a tu familia llorando sobre ese inerte ataúd? ¿Cómo no derrumbarse al tener que aceptar lo que tantas veces quisimos esquivar?
No hay palabras ni consuelos que alcancen a darle luz a las oscuridades que te envuelven. ¿Por qué pensar que todo va a pasar? ¿Qué la política de esta vida es dejar atrás incluso a quienes amamos y nos amaron tanto? Los comentarios de quienes escuchas se vuelven tan superfluos, tan monótonos y faltos de sentido: ¿qué no entienden que el dolor de la muerte de un ser querido no es un hecho fácil de asimilar?
Y llega aquella palabra que quisieras que no existiera:
LA RESIGNACIÓN.
Pero ¿qué es la resignación? ¿Recordar que hay cosas que no tenemos en nuestras manos y que simplemente debemos vivir? ¿Acaso la resignación borra la tristeza? Hay tantos sentimientos encontrados, no nos imaginamos seguir respirando sin la presencia de la otra persona… Pero, aunque no queramos, debemos empezar a resignarnos y a cargar con las responsabilidades de lo que hicimos o dejamos de hacer.
¿Pero saben una cosa? Hay algo que es verdad entre tantas palabras que escuchas: la persona que murió no quisiera que sufriéramos a causa de su partida. Ése ser nos amaba y el amor no es sufrimiento, ¿acaso existe alguien que quiera ver sufrir a las personas que ama?
Pero somos personas que no pueden evitar ese remolino de tristezas y llanto.
La muerte no es algo que se supere, es algo que se acepta. Quizá no encontremos la salida en mucho tiempo, quizá no superemos las ausencias en muchos meses…
Pero hay algo que ni siquiera la muerte rompe: el AMOR, y aunque ya no podamos ver a la otra persona, ni sentir su aroma, ni escuchar su voz, ni mirarle a los ojos, ni abrazarle físicamente, siempre podremos cerrar nuestros ojos para recordarle, para decirle desde nuestro corazón que le echamos de menos, que le amamos, que nos perdone, que nos abrace.
Y desde ahí, es donde nacen los verdaderos consuelos: desde la eternidad de un sentimiento y no desde lo efímero de una vida mortal. Abraza tu dolor, seguramente el tiempo, como gran maestro, te mostrará el camino a la sanación de tu alma, porque tú no eres un ser de años, eres un ser de eternidades.
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Mourning and strength
Not in vain they say that in this life everything has a solution except death.
When a being we love deeply dies we feel a pain that pierces our soul and our heart breaks into countless pieces of frustration to lose forever that special person who caressed our being with each look.
What can hurt more? To know that we can never see him again? That pile of words that we always wanted to say and could not? The fact that we are here and they are not? How to ask the soul not to cry for so many absences?
We would like to be at peace, knowing that the one who died went away to a better place, where the peace and harmony we all seek ... But instead of thinking like that, we are here suffering, thinking about the pain we feel and shedding tears more bitter than ever we think we will spill.
How we would like to return the time and do so many things that could stifle the sadness and heaviness in our hearts!
We know that one day death will come, either because of the ineffable passage of years or because of the unfortunate accidents and diseases that occur. But we are never prepared to live without that person who owns our soul, it is as if they asked you to start dying in life, to visualize what you wish would never happen.
How to stop that dark void in which you fall when you see the dreary coffin? How to calm the spirit when behind that cold glass you see the person who so many times saw smile? How to erase the hopes of believing that it was a mistake when you see your family crying over that inert coffin? How not to collapse when having to accept what we so many times wanted to avoid?
There are no words or consolations that can shed light on the darkness that surrounds you. Why think that everything will happen? What is the policy of this life to leave behind even those who love and love us so much? The comments of listeners become so superfluous, so monotonous and meaningless: what do they not understand that the pain of the death of a loved one is not an easy fact to assimilate?
And there comes that word that you would like that did not exist:
THE RESIGNATION.
But what is resignation? Remember that there are things that we do not have in our hands and that we simply have to live? Does resignation erase sadness? There are so many mixed feelings, we can not imagine continuing to breathe without the presence of the other person ... But, even if we do not want to, we must begin to resign ourselves and carry the responsibilities of what we did or did not do.
But do you know one thing? There is something that is true among so many words you hear: the person who died would not want us to suffer because of his departure. That being loved us and love is not suffering, is there someone who wants to see the people he loves suffer?
But we are people who can not avoid that whirlwind of sadness and crying.
Death is not something that is overcome, it is something that is accepted. Maybe we will not find the exit in a long time, maybe we will not overcome the absences in many months ...
But there is something that even death does not break: LOVE, and even though we can no longer see the other person, feel his scent, listen to his voice, look him in the eye, or hold him physically, we can always close our eyes to remember him, to tell him from our heart that we miss him, that we love him, that he forgives us, that he embraces us.
And from there, is where the true consolations are born: from the eternity of a feeling and not from the ephemeral of a mortal life. Embrace your pain, surely time, as a great teacher, will show you the way to the healing of your soul, because you are not a being of years, you are a being of eternities.
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