Fotografías post morten
¡Ya no aguantaba más la indiferencia de Sara! Cualquiera en mi lugar hubiera hecho lo mismo. Hay un límite en el que hasta la ética más rígida termina por ceder. Mis amigos, los mismos que me ayudaron a lograr lo impensable, ahora me juzgan por haber usado nuestra creación. Me llaman enfermo y traidor. Pero, ella no me quería, y… ¡era tan bella! Sus ojos profundos me hacían estremecer; sus manos, delgadas, perfectas; su cuerpo voluptuoso, y sus labios… moría por sus labios. Yo traté de ganarme su amor por las buenas, pero nada resultó.
Cansado e impotente, decidí usar mi inteligencia y los laboratorios de bioquímica de mi universidad. Con la ayuda de mis amigos más cercanos, sobresalientes endocrinos, neurocirujanos y entomólogos, y yo como director de orquesta, emprendimos la espinosa búsqueda por sintetizar la más poderosa hormona de amor en una sustancia que pudiera robarle a cualquiera su identidad, y ponerlo a merced del donador de algunos humores especiales. Irracional, peligroso y no muy ético, pero efectivo.
Mis amigos pensaban que investigábamos por amor a la ciencia. Cuando terminamos el brebaje y me descubrieron sustrayendo una parte para probarlo con Sara, se sintieron traicionados. Pero ¿qué puedo decirles? Mientras la tenga a mi lado, enamorada y venerándome como a un dios, ¿qué me importan los juicios mundanos? Soy feliz junto a su cuerpo, aunque apenas sea un cascarón, y pago cualquier infierno a cambio del cielo de sus brazos, en este instante detenido en el tiempo como las antiguas fotografías post mortem.
Cansado e impotente, decidí usar mi inteligencia y los laboratorios de bioquímica de mi universidad. Con la ayuda de mis amigos más cercanos, sobresalientes endocrinos, neurocirujanos y entomólogos, y yo como director de orquesta, emprendimos la espinosa búsqueda por sintetizar la más poderosa hormona de amor en una sustancia que pudiera robarle a cualquiera su identidad, y ponerlo a merced del donador de algunos humores especiales. Irracional, peligroso y no muy ético, pero efectivo.
Mis amigos pensaban que investigábamos por amor a la ciencia. Cuando terminamos el brebaje y me descubrieron sustrayendo una parte para probarlo con Sara, se sintieron traicionados. Pero ¿qué puedo decirles? Mientras la tenga a mi lado, enamorada y venerándome como a un dios, ¿qué me importan los juicios mundanos? Soy feliz junto a su cuerpo, aunque apenas sea un cascarón, y pago cualquier infierno a cambio del cielo de sus brazos, en este instante detenido en el tiempo como las antiguas fotografías post mortem.
https://steemit.com/spanish/@trenz/concurso-de-microrrelatos-de-ciencia-ficcion-microcifi256-semana-5-ciclo